POLITICA
ATENTADO A LA AMIA

El rol de la Embajada de Irán en la logística del ataque a la mutual judía

El dictamen que dio a conocer el juez federal Rodolfo Canicoba Corral determina con precisión el rol de la sede diplomática en la voladura de la AMIA. El fallo habla desde un puesto de "control de inteligencia" hasta de la venia del gobierno iraní en las actividades que se realizaban en la embajada.

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La Justicia consideró probado hoy que en la Embajada iraní en Buenos Aires “existía un puesto de control de inteligencia” que reportaba al Ministerio de Información de Irán, que se apoyaba en las sedes diplomáticas para “la comisión de atentados terroristas”.

“Existía un puesto de control de inteligencia instalado en la misma Embajada”, desde donde se captaban adeptos y se hacían “estudios de campo”, algo “imposible de realizar sin la participación activa de la Embajada”, consideró en su resolución el juez federal Rodolfo Canicoba Corral.

Además, el magistrado entendió que el entonces embajador en Buenos Aires, Hadi Soleimanpour, no pudo desconocer lo que ocurría en esa sede diplomática y por eso ordenó su captura. Para el magistrado, hay “pruebas suficientes” en la causa por el atentado a la AMIA como para pedir la captura de Soleimanpour.

Canicoba considera que la mayoría de los implicados “estaría en Teherán” y, además, sostuvo que Soleimanpour amparó “actividades de inteligencia que se desarrollaban dentro del cumplimiento de sus funciones” y “prestó apoyo y tolerancia”.

En cuanto al ex agregado cultural en Buenos Aires, Moshen Rabbani, el magistrado lo culpó de haber sido “el actor central en la preparación y ejecución del atentado” a la hora de la “logística local”. Era “un sujeto con aspiraciones políticas extremas radicales y fanático predicador de los postulados trazados por la revolución islámica” que viajó a la Argentina “con la clara intención de sembrar los preceptos fundamentales del Islam”.

Además, obtuvo información de inteligencia que periódicamente se enviaba a Teherán y que presentó al país como un campo propicio para actividades terroristas. “Transformaron lugares con fines meramente educativos y religiosos en sedes aptas para la implementación de la estructura de la inteligencia iraní”, concluyó el juez.