Como con la declaración de guerra a la inflación, en la que aún no se vieron las balas; el Gobierno corre el mismo riesgo respecto de los acuerdos por el suministro energético con Bolivia y Brasil y, en especial, por el gasoil.
Y aquí, como también pasa con la inflación, las diferencias dentro del equipo económico y entre las áreas que controlan el presidente, Alberto Fernández, y su vice, Cristina Kirchner, amenazan con atarlo todo con alambre, una vez más.
Es el caso clarísimo del gasoil, el combustible líquido más importante para el transporte en general y para el campo y la cosecha, que tendrá temporada alta esta semana de Pascua. Acá, a diferencia del gas, no hay guerra en Europa que valga como excusa.
Tener problema con el abastecimiento del gasoil no depende de la guerra, ni está afectado el suministro internacional por esa causa, como sí pasa con el gas y otros insumos energéticos. El problema con el gasoil es la incosistencia de la política energética nacional, tironeada como en todo porque está todo roto dentro del equipo económico, en el Gobierno y en la economía.
El Gobierno armó una mesa de seguimiento del gasoil y, por ejemplo, YPF difundió un comunicado estos días en el que señaló que se comprometerá a importar un 10% más de gasoil que en abril del año pasado, específicamente para evitar faltantes en las rutas, antes de Pascuas.
No habrá movilizaciones a la vera de la ruta pero sí está confirmado el paro nacional de los transportistas nacionales, al menos en Córdoba, protestando por la escasez de gasoil.
YPF aumentó la distribución de gasoil y confirmó que el campo tiene garantizado el abastecimiento
En paralelo a este dato puntual, Argentina tiene problema serios para abastecerse de energía, y es así desde la primera presidencia de Cristina Kirchner.
Con los recientes acuerdos que el Gobierno negoció con Bolivia y hasta el sábado con Brasil, de la mano del ministro de Economía, Martín Guzmán, y el embajador en Brasilia, Daniel Scioli, no queda claro si está 100% garantizado el suministro para este invierno tal como asegura la Casa Rosada.
En invierno se importa un 40% de lo que se consume internamente; ese porcentaje, sostienen los especialistas, como por ejemplo los ex secretarios de Energía, suele ser del 25% del total de lo que importa. Este año, con el escenario de la guerra en Europa, la escasez de gas y la suba de tarifas internacionales, Argentina además necesitará garantizarse los sesenta barcos de gas líquido que consume cada año, pero esta vez saldrán mucho más caros y no estarán necesariamente disponibles. Esos barcos esta vez saldrían un 400% más caros que el invierno pasado. Es decir, la peor combinación: cantidades inciertas y precios muy altos.
La importación desde Bolivia tiene contrato firmado en 2006, que vence en 2026, y ese país viene con atrasos en sus entregas desde hace un año. Es decir que si se hubiera tomado nota de este dato, previo a la guerra, se hubiera firmado el mismo acuerdo que ahora pero comprometiendo muchísima menos plata. No se pudo porque la interna dentro del equipo económico no dejó ver el bosque.
Los números finos de estos acuerdos aún se desconocen. Guzmán regresó ayer de su gira a Brasil. En el principal socio comercial, el ministro consiguió otros anuncios. Por ejemplo, que la Argentina podría ingresar al New Development Bank (NDB), conocido como el banco de los Brics, gracias a una propuesta de Brasil.
El ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes, recibió a Guzmán el viernes y ambos funcionarios abogaron por profundizar la relación entre ambos países. Guzmán subrayó las oportunidades que se presentan en los sectores alimentario y energético.
Del encuentro también participó el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli.
“Para tener más seguridad alimentaria para la región, tenemos que ser dos países unidos y hacer cosas juntos. Argentina y Brasil juntos son más fuertes”, afirmó Guzmán.
“Presentamos una gran oportunidad para la integración energética entre nuestros países, y de esa forma promover una integración energética”, enfatizó.