Mauricio Macri se pronunció "claramente a favor de las dos vidas" y hasta besó un pañuelo celeste. Miguel Ángel Pichetto propuso "dinamitar todo, que vuele todo por el aire" al ser consultado sobre el narcotráfico en las villas. Patricia Bullrich denunció que “les dejaron demasiado poder” a los movimientos sociales y defendió el programa “Ofensores en Trenes" que autoriza a las fuerzas de seguridad a pedir DNI "al azar" a pasajeros del sistema ferroviario. El discurso conservador del oficialismo, que nunca fue de centroizquierda, parece haber virado aún más a la derecha en los últimos dos meses, tras la contundente derrota ante el Frente de Todos en las PASO.
El "giro" de Cambiemos parece más notorio si se contrasta con la campaña de 2015, cuando además de desmentir la idea de un ajuste, Macri proponía mantener políticas del kirchnerismo como la AUH, la estatización de Aerolíneas y el Fútbol Para Todos. El jefe de Estado recibía a líderes como Barack Obama y a François Hollande, mientras mantenía una relación tensa con el Papa Francisco. Jaime Duran Barba aseguraba que el oficialismo era la “nueva izquierda” y con Marcos Peña defendían el gradualismo.
Más tarde, en 2018 y con la crisis económica en marcha, se habilitó el debate del aborto en el Congreso: ya para ese entonces Macri se mostraba en contra, pero muchos en la coalición apoyaron, y casi logran aprobarlo. La foto de octubre de 2019, casi cuatro años después del inicio del mandato, es bien distinta y habilita algunas preguntas: ¿Cambiemos se “derechizó” en las últimas semanas o solo “blanqueó” las ideas que siempre tuvo? ¿Se trata de una estrategia electoral para intentar ganar la reelección, o busca consolidar un “núcleo duro” para posicionarse como primera fuerza opositora en caso de perder la elección?
El cambio discursivo no parece ser improvisado: las últimas encuestas muestran que el "núcleo duro" del 30% del electorado que vota a Mauricio Macri lo hace sobre todo por la fuerte oposición al kirchnerismo, pero también por la inseguridad, la lucha contra el narcotráfico y la corrupción pública.
Paola Zuban, politóloga y directora de la consultora Gustavo Córdoba y Asociados, considera que la línea ideológica de Cambiemos no es “nueva”, sino que "transparentó" lo que representaba la coalición desde sus inicios. En el mapa electoral, el oficialismo “se va cada vez más a la derecha, mientras Alberto Fernández se corre más al centro”, dice en diálogo con PERFIL. “Lo vengo insistiendo hace rato, sobre todo después de que lo nombran a Pichetto como vicepresidente. Pichetto puede decir, o sabe decir, cosas que Macri no puede, o no sabe”, plantea.
En su análisis, Cambiemos apuesta con la radicalización del discurso a conservar su núcleo duro y a sumar —en la medida de lo posible— los votos de otros candidatos cercanos a su espectro ideológico. El rechazo a la legalización del aborto, luego de impulsar el debate el año pasado, apunta a los 670.162 votos que tuvo Juan José Gómez Centurión, que llevó el "salvemos las dos vidas" como principal eje de campaña en las PASO. “Si bien el Presidente envió el proyecto de despenalización al Congreso, siempre dijo que él no estaba a favor. Sí me parece que en una instancia de campaña, decirlo explícitamente y apoyar una postura contraria a la despenalización, manda un mensaje”, amplía la politóloga.
Zuban explica que la impronta de los Gobiernos y de las campañas electorales están condicionadas a su vez por el clima de época, y el de opinión, cuya lectura permite elaborar una estrategia de comunicación. La tendencia ideológica "clara" hacia la derecha, dice, se vio desde la conformación de Cambiemos y en las primeras medidas de Macri, aunque “muy edulcorada y suavizada en algunos discursos”, manifiesta. "Ese clima de época que entiendo han leído en Cambiemos, tiene que ver con una base de las derechas a nivel mundial: en Europa, Estados Unidos, Brasil. Esa veta la aprovecharon, y explotaron la polarización ideológica: Cambiemos no inventó la grieta, pero la profundizó", agrega la politóloga, y resalta que esto se evidenció con “más fuerza y transparencia” a partir de esta campaña electoral.
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Mario Riorda, politólogo y presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (ALICE), interpreta ante la consulta de PERFIL que se ve "un poco de estrategia electoral, y un poco de lo que pensó Cambiemos siempre". Sobre lo primero, Riorda analiza que el oficialismo apunta hacia la derecha para sumar votos porque le resulta "bastante difícil crecer hacia el centro, que es donde tuvo la mayor merma". "El único lugar que le queda retener, o crecer, es hacia la derecha: en el voto de (José Luis) Espert, pero mucho más en el voto de (Juan José) Gómez Centurión", apunta.
Zuban coincide en ese razonamiento y opina que desde el oficialismo saben que esto no va a generar un caudal de votos suficiente para "dar vuelta" la elección. Lo que está en disputa es que pasará con el liderazgo de Macri, el poder que pueda mantener Cambiemos en el Congreso y sobre el 30% del electorado a su favor después del 10 de diciembre. "Esa cuota de poder Cambiemos la ve como forma de posicionarse como el representante de la derecha argentina, que será parte del escenario político después de las elecciones", asegura.
Al dejar un poco de lado la posibilidad de revertir el resultado electoral, Riorda suma que la búsqueda de retener votos se centra mucho más en los valores que en lo referido a la gestión. "Retener votos es técnicamente un proceso de solidificación ideológica, que de alguna manera representa quizá lo que pensó siempre, aunque antes, ya sea por la propia imagen o por la composición del voto, se corría muchísimo más hacia posturas de centro derecha o de centro".
Por ese motivo señala que, entre los "interlocutores" de Cambiemos, "no solo no hay corrección mutua, sino un proceso de orquestación cada día día más coordinado y evidente", en el que también tienen un protagonismo las políticas públicas que se dan justo en el proceso electoral, argumenta el consultor. Por último, el académico considera que, de ese 30% que apoya a Cambiemos, un 20% está compuesto por el "voto duro argentino que es claramente de derecha". El 10% restante, agrega, "es un sector que si bien no está en la derecha explícita, tiene por lo menos una composición antiperonista, que todavía en parte lo sigue apoyando".
A.G./F.F.