A diez días del traspaso de mando, el canciller Jorge Faurie presentó un balance de la política exterior del gobierno de Cambiemos sobre la base de una “inserción internacional pragmática, inteligente y equilibrada”. Entre los puntos fuertes, destacó el compromiso con la región y los derechos humanos –donde no solo cita a Venezuela sino el rol asumido frente al golpe de Estado en Bolivia–, los mercados abiertos y la recuperación de los vínculos dañados con países como Estados Unidos.
“Otorgamos resguardo en la embajada argentina en La Paz a ex funcionarios del gobierno de Evo Morales y, en nuestro país, a sus hijos, en el contexto de la reciente crisis política en el vecino país, de acuerdo con la tradición latinoamericana de dar protección a las personas cuya integridad física se encuentra amenazada”, reza el documento de nueve páginas que resume la gestión. Más allá de la cooperación que la Cancillería brindó para ambas acciones, la negativa de Faurie a calificar los episodios del 10 de noviembre como un quiebre democrático –que persiste en este balance– le generaron hondos rechazos por una parte del cuerpo diplomático y uno de los gremios de administrativos en su ministerio.
Respecto de Venezuela, la síntesis de gestión asegura que “animados por nuestro compromiso con los valores democráticos, la defensa de las libertades individuales y los derechos humanos, hicimos frente a la crisis política y humanitaria” en aquella nación. Y enumera las acciones bilaterales y dentro del Grupo de Lima, desde el reconocimiento a Juan Guaidó, titular de la Asamblea Nacional, como presidente encargado –el Gobierno lo recibió en Buenos Aires–, hasta las denuncias presentadas ante la Corte Penal Internacional en La Haya y los beneficios otorgados a los inmigrantes de aquella nacionalidad.
“Por primera vez en la historia diplomática argentina se desplegó una activa diplomacia presidencial que permitió un liderazgo confiable y pragmático”, subraya en sus primeras líneas el documento en cuestión. Para fundamentarlo, cita algunas de las conferencias que tuvieron a Buenos Aires como sede en estos cuatro años –la Cumbre del G20, la Ministerial de la OMC y la de Cooperación Sur-Sur PABA +40– así como la recuperación de “vínculos estratégicos dañados, a través del establecimiento de lazos de carácter pragmático, basados en intereses nacionales genuinos”.
Entre varios países, afirma que con Brasil se mantuvo la cooperación estrecha –pese a la asunción de un gobierno de características impredecible como el de Jair Bolsonao– y respecto al lazo con el Estados Unidos de Donald Trump cita las conquistas –reuniones, concesiones y nuevas exportaciones– y omite el veto al biodiésel, el principal producto que la Argentina vendía al norte, todavía con aranceles desorbitantes que lo marginan del mercado.