En diciembre de 2014, cuando todavía era una ignota pre candidata del PRO, María Eugenia Vidal tenía una idea: recorrer los 135 municipios bonaerenses antes de las PASO de 2015. Estaba contenta con haber alcanzado más de 100 pero, advertía, era importante terminar de recorrer cada localidad.
Cuatro años después, la gobernadora recorrió, al menos, dos veces desde que asumió todos los municipios de la provincia: más de 125 mil kilómetros, según los cálculos oficiales.
Ayer, para completar su periplo, Vidal estuvo en Carlos Casares, donde se reunió con vecinos que son beneficiarios de obras cloacales. Por la mañana, visitó al Hospital Municipal "Dr. Pedro Ramonazzi", en Daireaux, y más tarde estuvo en Pehuajó, la tierra gobernada por el ultra kirchnerista Pablo Zurro. Después se trasladó a Hipólito Yrigoyen.
Cuatro años después, la gobernadora recorrió, al menos, dos veces desde que asumió todos los municipios de la provincia: más de 125 mil kilómetros, según los cálculos oficiales.
Durante su recorrida en Carlos Casares, la gobernadora dijo: “Conocí lugares que estaban olvidados por el Estado y no recibieron la visita de un gobernador por más de 20 años”. La referencia, por caso, en Hipólito Yrigoyen, una pequeña ciudad de 9585 habitantes, que no era visitada por un gobernador desde 1995 cuando estuvo Eduardo Duhalde. En Puán, la última visita había sido de Antonio Cafiero. O el caso de Maipú, donde en 24 años no fue ningún mandatario provincial. Algo similar ocurrió con Salliqueló y América, donde la gobernadora se encontró con vecinos que no recordaban haber sido visitados por un gobernador. “Para nosotros gobernar es hacer, pero también es estar cerca, escuchándolos. Pero eso me eligieron hace tres años”, dijo Vidal.
En sus viajes, la gobernadora suele estar acompañada por una comitiva mínima. Además de su equipo de seguridad que la sigue a sol y sombra, los dos “custodios” son el subsecretario de Asuntos Municipales, Alex Campbell, y el director provincial de la Secretaria de Medios, Gastón Liñeira. A veces se suma algún ministro también, dependiendo el destino que decide la mesa chica vidalista que se reúne los lunes.
Los regalos – desde ponchos a rosarios- y las cartas son una constante. En el primer caso, Vidal los guarda en su casa de la base áerea de Morón; en el segundo los remite a una unidad especial que se encarga de responder las misivas en las que trabaja María Luján Rey, una de las caras visibles de la tragedia de Once.
En Trenque Lauquen el intendente local le regaló una caja de Vauquita, que se llevó para compartir con sus hijos. Los dulces siempre fueron una debilidad para Vidal.
La noche de ayer, además, fue de doble festejo: estuvo con su madre, Norma Cascallares, quien festejó su cumpleaños con toda la familia Vidal en la casa de Ramos Mejía, la misma donde se recibió de licenciada en Ciencias Políticas en 1997.