Cuando se conversaba ya en altas esferas sobre la posibilidad de un encuentro entre el presidente Alberto Fernández y el brasileño Jair Bolsonaro, el mandatario vecino volvió a patear el tablero con su ya repetido vaticinio respecto a que el gobierno del Frente de Todos conduce a la Argentina hacia un destino similar al de Venezuela. Ayer, el embajador en Brasilia, Daniel Scioli, presentó una queja formal sin ánimos de escalar a mayores porque no había una sola explicación para el nuevo desplante. Más bien, algunas hipótesis y bastante resignación.
Para Scioli y sus persistentes esfuerzos para tejer vínculos con el gobierno bolsonarista, las palabras del presidente fueron como un baldazo de agua fría. “Incluso con el enojo de muchos, la izquierda responsable del fracaso de ese país volvió al poder. Y se está yendo rápidamente hacia un regimen similar a Venezuela”, aseguró Bolsonaro durante una transmisión en su cuenta Facebook Live. En su mensaje protocolar expresó la “sorpresa” por esos dichos que no se condicen con el acceso que Bolsonaro le dio al embajador argentino para con su gabinete.
En rigor, el brasileño no dijo nada que no hubiera esbozado antes para referirse a la administración de Fernández. Al contrario, lo invonveniente fue el timing, cuando el Gobierno celebraba, apenas un día antes, que Brasil recuperaba su primer lugar en el podio comercial, con un intercambio en agosto de 1423 millones de dólares, por encima de los 1342 millones con China. La nación asiática lo había desplazado durante la primera parte del año a raíz del impacto de la pandemia y la pronta recuperación del motor chino.
Desde hace unas semanas, había posibilidades reales para una cita entre ambos mandatarios. Hay quienes se ilusionan con hacerla presencial, incluso, y antes de fin de año aunque no hay fecha oficializada en vista. En el entorno del ex gobernador insisten que su primer objetivo es equilibrar la balanza comercial y recién entonces se concentraría en la cita. De todos modos, las conversaciones existen ya y a nivel decisorio, con personas que Bolsonaro escucha. Quizá el puente más importante que Scioli tendió con el entorno bolsonarista es el que comunica con uno de sus hijos, Eduardo.
Zero Três, tal como lo apoda su propio padre, es el tercero de los varones de Bolsonaro. Como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores en la Cámara de Diputados, Eduardo se ocupó de tejer la diplomacia parlamentaria en tiempos de Cambiemos pero también de asesorar a su padre en las reuniones con otros líderes. En la foto del Salón Oval, con Donald Trump y Jair, no se encuentra el canciller Ernesto Araujo sino Eduardo, cómodamente sentado en uno de los sillones del principal despacho de la Casa Blanca.
En el gobierno no había una sola explicación respecto al por qué del nuevo exabrupto sino muchas hipótesis. Por caso, que forma parte del recurrente discurso del presidente vecino a su núcleo duro. O que podría corresponderse con el azote de la boliviana Jeanine Añez al gobierno de Fernández ante la Asamblea General de la ONU por asilar a Evo Morales. Una suerte de solidaridad del eje conservador en el marco de las próximas presidenciales en Bolivia y las municipales de noviembre en Brasil o hasta una reafirmación de liderazgo.
Aunque Scioli demoró en mudarse a Brasilia, cuando lo hizo, a mediados de agosto, su presentación protocolar ante Bolsonaro había concluido en auspiciantes términos. Si incluso le había arrancado una declaración de presunta tregua: “Queremos, de corazón lo mejor para Argentina”, contó que le dijo el brasileño. Entonces, creían que aquellos ruidos de las redes sociales eran cosa del pasado.
Energía, misiones comerciales y zooms
A lo largo de su primer mes como embajador en Brasil, Daniel Scioli se encargó de recuperar el tiempo perdido con una agenda plagada de reuniones presenciales con funcionarios de alto nivel, como el vicepresidente Hamilton Mourao, y industriales locales en simultáneo a sus videoconferencias con gobernadores argentinos. Con el cordobés Juan Schiaretti, por caso, coordina una misión empresarial al sur del país vecino. Y su próximo desafío es tender un puente entre el flamante secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, y el ministro de Minas y Energía Bento Albuquerque. Con el brasileño ya estuvo conversando acerca de las potencialidades de Vaca Muerta y la posibilidad de que el Invap participe de la construcción del Reactor Multipropósito Brasileño (RMB).