El lunes 24, en Canal 7, se vivía un clima de éxito. “Lo nuestro fue una patriada”, confesaban técnicos y productores, que no podían creer los números del rating del fin de semana. Gracias al fútbol, la emisora oficial había logrado quedar en un impensado segundo lugar, por encima de El Trece. Había razones para el festejo. Nadie pensaba entonces que el ansiado “Fútbol para todos” se transformaría, en menos de una semana, en el fútbol para el negocio de los amigos.
La polémica productora La Corte, vinculada al vocero presidencial Miguel Núñez, la misma que se encarga de grabar en exclusiva las giras presidenciales para repartirlas a los medios a cambio de un jugoso contrato oficial, es una de las principales empresas proveedoras de la nueva empresa estatal-privada que concentrará los derechos del fútbol argentino.
El fin de la alegría. Los productores dependientes de la Gerencia de Deportes del 7 y los técnicos de la emisora –un total de casi cien personas– habían logrado lo que, hasta en la cúpula del propio canal, creían imposible: transmitir de manera prolija y profesional los diez partidos de la primera fecha del campeonato de fútbol, a pesar de que se habían enterado de los pormenores
de esa tarea apenas 24 horas antes de salir al aire, el viernes 18.
El canal usó sus renovados móviles de transmisión para emitir dos de los partidos y alquiló el resto a los mismos proveedores que utilizaba Torneos y Competencias, la empresa que monopolizaba el fútbol hasta el sorprendente ingreso del Gobierno en el negocio. El discurso oficial del “fútbol gratis por la Televisión Pública” se había vuelto un desafío para los trabajadores del 7. Todos querían demostrar que el canal podía asumir el reto de las transmisiones.
Lea la nota completa en la edición impresa de la revista Noticias.