Gerardo Ferreyra, el vicepresidente de Electroingeniería, ya sabe lo que es estar tras las rejas. Convertido en uno de los empresarios más icónicos de la última década, se encuentra detenido por supuesto pago de sobornos a funcionarios del gobierno kirchnerista, tal como sugiere la investigación impulsada tras a aparición de los "cuadernos" de Oscar Centeno. Fanático de Belgrano, militó en política desde muy joven y durante la década del setenta formó parte del Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP). Pasó nueve años preso durante la última dictadura y soportó palizas en el “pabellón de la muerte”, el número 6 de la Unidad Penitenciaria 1 de Córdoba. ¿Cómo se transformó de delegado estudiantil a referente de ese proyecto inconcluso de “burguesía nacional” que anhelaba Néstor Kirchner?
Ferreyra nació el 6 de septiembre de 1950, el mismo año que el expresidente. Nunca de autodenominó como peronista, pero su padre sí lo era. De hecho, según reconstruyó Perfil, uno de sus primeros recuerdos fue una campera de gabardina que le regaló la Fundación Eva Perón. En 1966 organizó una pueblada en Arias (donde vivía con su familia) porque el gobierno militar quiso destituir al intendente local. Allí padeció por primera vez en su cuerpo los golpes de la policía. Comenzó a cursar Ingeniería en 1968 mientras convivía con su hermana Ana María, en Córdoba Capital. En esa ciudad conoció a Osvaldo Acosta, su socio en Electroingeniería, con quien llegó a saborear las mieles del poder en la época kirchnerista.
En la universidad, Ferreyra abrazó fervorosamente la militancia: encontró en el Che Guevara y en Agustín Tosco un norte dogmático, y se alistó en las filas del PRT cordobés. “Empecé a militar en 1968, cuando tenía 18 años, resistiendo la intervención de la dictadura de (Juan Carlos) Onganía en la Facultad de Ingeniería de Córdoba. Después vino el 'Cordobazo' en el ‘69 cuando ya era delegado universitario”, contó en una entrevista de 2014 a la revista Turba, una publicación de estudiantes de TEA. Combinó la actividad política con su primer trabajo en el rubro. En 1975 cayó preso y quizás eso (él mismo lo definió en a entrevista) le salvó la vida: el 24 de marzo de 1976 lo encontró encerrado y como tenía causas en dos juzgados, estaba institucionalizado.
El “Pabellón de la Muerte” se convirtió en su hogar durante nueve años. Allí padeció golpizas, falta de alimento y encierro en celdas minúsculas. “En los pabellones y celdas, nos reventaron a bastonazos, patadas y trompadas, a vos, a mí y al resto de los compañeros. Nos aislaban en los 'chanchos' por meses. Nos insultaban y humillaban a vos, a mí y a todos los compañeros subversivos”, describió el narrador, cuentista y periodista Miguel Ángel Molfino, quien fue su compañero de encierro de aquellos años. De aquella época le endilgan un estigma que al día de hoy no pudo desmentir categóricamente: que conoció allí al ex secretario de Legal y Técnica Carlos Zannini, y que aquella amistad le valió el trampolín para dominar las licitaciones y diversificar negocios en la era K bajo la anuencia de Julio De Vido, hoy también detenido. “Estuvimos presos en el mismo penal, pero había 15 mil personas más que estaban presas con él”, sostuvo el empresario en 2014. Durante su cautiverio su esposa, que también estaba detenida, dio a luz a su primer hijo.
Cuando salió de la cárcel, Ferreyra comenzó a buscar trabajo. A los dos años, en 1986, ingresó en la empresa en la que se convertiría amo y señor: Electroingeniería. Se puede decir que su ascenso fue meteórico. Primero se hizo cargo en 1987 de la filial en Buenos Aires; luego dio el salto en 1998, cuando compró acciones y se incorporó al entramado societario.
De arreglar tableros a pelearle mano a mano a Techint
El segundo en la línea sucesoria de Electroingeniería comenzó a formar su pensamiento empresarial en pleno menemismo. Siempre dijo que se expandieron mucho más en los tiempos de Carlos Menem que durante la década K: “Nuestro objetivo nunca fue ganar plata sino crecer y construir poder”, sostenía.
El inicio del conglomerado fue bastante austero: comenzaron arreglando tableros y comandos de energía. Supo decir que mientras el establishment local vendía todo y se transformaba en rentista, ellos se dedicaban "a trabajar y a ocupar el espacio que ellos dejaban". El plan de Néstor Kirchner de reinventar una “Burguesía Nacional” que pretendía utilizar el poder de compra del Estado para fortalecer las empresas locales en la adjudicación de obras públicas, encontró un rol protagónico en la firma cordobesa. Se refiere a los empresarios tradicionales del “círculo rojo” como “ellos”.
Tengo mucha bronca, Gringo. Te juro que pensé mucho en escribir esto. Desde que cerraste Radio del Plata y dejaste en...
Posted by Miguel Angel Molfino Giannetti on Friday, June 29, 2018
“Los Rocca, los Pérez Companc, los Macri, los Soldati, los Magnetto, se habían acostumbrado a que el gobierno fuera un grupo de empleados para ellos”, razonaba. Su justificación ante la adjudicación de obras en favor de Electroingeniería era pragmática, ya que, solía decir, ofrecían mejores condiciones que el resto. “Tal es así que Techint abandonó el área de ingeniería y construcciones porque vio que no podía competir con nosotros”.
En los años kirchneristas también se animaron a incursionar en un rubro completamente ajeno: en el 2008, cuando crispaba la crisis del campo y amanecía la guerra con Clarín, le compraron a Marcelo Tinelli Radio del Plata. Además, lanzaron el canal 360TV pese a que no contaban con la licencia requerida. El fin del ciclo del kirchnerismo desnudó el management de Ferreyra y Acosta: además de no pagar las cargas sociales y jubilatorias, iniciaron una serie de despidos en la radio. Las caras visibles dentro de la emisora son, en los papeles, sus hijos: Sebastián Ferreyra y Santiago Acosta, quienes figuran como presidente y director suplente, respectivamente.
La decisión también impactó en sus ex compañeros de militancia. “Hace rato que dejaste de ser subversivo, ahora sos patrón, caminás sobre la alfombra roja del Sistema como un invitado de honor. ¿Qué te parece? Un campeón del PRT abrazándose con aquellos que te odiaban, que te querían destrozado y muerto, hundido en las cloacas de la lucha de clases”, finalizó Molfino en un posteo de Facebook.
Confeso aportante de la campañas electorales del kirchnerismo, formó parte —involuntariamente— del club de empresarios caídos en desgracia vinculados al mundo K, como Lázaro Báez y Cristóbal López. Ferreyra está preso por aparecer en los cuadernos que supuestamente elaboró Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta, el ex número dos del ministerio de Planificación.