POLITICA

Hermetismo de los carapintadas por rol de Milani en la Semana Santa del '87

"Sigan el recorrido del Peugeot 504, era uno de los autos de Inteligencia", le dijo a PERFIL un ex oficial del sector. Galería de fotos

Campo de Mayo, abril de 1987. Claramente se observa el Peugeot 504, en el que se movilizaba Milani, rodeado de carapintadas, civiles y otros uniformados.
| Cedoc

En la Semana Santa de 1987 las dudas envolvieron al capitán César Milani. Muchos de sus compañeros, que habían decidido sumarse al levantamiento del entonces teniente coronel Aldo Rico, recuerdan el titubeo del oficial que hoy dirige el Ejército con la sombría y ambivalente sutileza de ser un especialista en contrainteligencia.

PERFIL intentó reconstruir cómo fueron los días del ahora general durante el primer levantamiento carapintada. Rico se había pertrechado en la Escuela de Infantería con asiento en Campo de Mayo. Y Milani prestaba servicios en la Central de Inteligencia Militar.

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"Milani fue uno de los tantos que vinieron a apoyarnos. Pero como él era de Inteligencia teníamos muchas dudas. Sabíamos que nos iban a infiltrar por todos lados y dudábamos de todos. Milani no era la excepción",  explicó a PERFIL un ex capitán que participó de más de un levantamiento y ahora pide que su nombre no sea publicado. “Sigan el recorrido del Peugeot 504, era uno de los autos de la sección de Inteligencia. Tiene que haber más fotos en los archivos de la época”, dijo otro ex carapintada que conoció a Milani en el Batallón de Inteligencia 601 a principios de 1984.

Al Peugeot 504 amarillo que manejaba Milani en abril de 1987 se lo pudo ver en Campo de Mayo en más de una oportunidad, sobre todo en los sectores que eran focos carapintada.

En 2010 se publicaron dos fotografías de una de las ediciones de la vieja revista Somos en donde se puede ver al Peugeot y a Milani junto al hoy extinto dirigente peronista Herminio Iglesias. Ahora, este diario publica tres de las cinco fotos que fueron encontradas en los archivos de la Editorial PERFIL en las que aparece el oficial de Inteligencia junto a otros carapintadas.

El 17 de abril de 1987, un día después del levantamiento, Milani habría participado en una reunión en la Escuela de Ingenieros: “Ahí se discutió si los del arma de ingenieros nos íbamos a plegar. Hubo mucha discusión. Después fue un grupo a la Escuela de Infantería a decir que apoyábamos. El tema quedó ahí, no pasó nada porque al final los jefes se dieron vuelta”. Así lo explica una de las fuentes que participó del cónclave.

Hugo Abete, carapintada y ex mayor del Ejército, firmó el pasado 16 de julio una carta en la que dice que “si se quiere cuestionar el nombramiento de Milani, que lo hagan por cualquier cosa, por lo que se les ocurra, pero no por su supuesta participación en un pronunciamiento ‘carapintada’, ya que los mismos buscaban evitar la destrucción del Ejército. Si igualmente quisieran hacerlo, no se podría designar ningún jefe en el Ejército porque, directa o indirectamente en los sucesos de Semana Santa de 1987, todo el Ejército fue carapintada”.

El ex capitán carapintada Gustavo Breide Obeid habría dicho en su entorno que “Milani estuvo como muchos otros, pero no sabíamos qué rol tenía ni su compromiso”.

Tal vez el papel de los jefes de Milani en aquel momento dé señales sobre su actuación.

Su superior directo era el capitán Jorge Di Pasquale, un carapintada confeso que fue detenido en febrero de 2010 por su actuación durante 1976 en el Destacamento de Inteligencia 182 de Neuquén.

Y en la cadena de mando hacia arriba seguía otro especialista en Inteligencia, el entonces teniente coronel Jorge Zenarruza.

Un inusitado espíritu de cuerpo rodea al general Milani. Ninguno de sus jefes quiere hablar de él.