El sábado por la noche sonó su teléfono. Antes del cierre de su última edición, periodistas del Diario Perfil le habían relatado a la Policía Federal una noticia que revolucionaría su causa: Juan Ramón Morales, uno de los máximos referentes de la Alianza Anticomunista Argentina (AAA), la organización liderada en los ‘70 por José López Rega, gozaba plenamente de su libertad. Y así sería retratado.
Escéptico, o quizás más preocupado por la repercusión mediática que tendría una futura detención, el juez federal, Roberto Oyarbide, esperó a ver la nota publicada. "Ahora, sólo falta que actúe Oyarbide", rezó ayer uno de los principales títulos de ayer. Ni lento ni perezoso, el magistrado actuó.
Labró, quizás en tiempo récord, si no estaba ya preparada, el acta de detención contra Morales, y así comenzó a girar la rueda: a las 14.20 de ayer, una delegación policial llegó al departamento ubicado en Ministro Carranza 2336, en el barrio de Palermo. Allí, detuvo a a uno de los principales acusados de organizar la muerte del padre Carlos Mujica y el diputado Rodolfo Ortega Peña.
Morales, suegro y jefe de Rodolfo Almirón, recientemente detenido en España, no mostró resistencia. Enfermo terminal de una cáncer de próstata que a sus 88 años lo tiene a maltraer, sólo exigió llevarse sus medicamentos.
Sus crímenes no prescriben. Por eso, fue trasladado a los tribunales de Comodoro Py 2002, donde, por ahora, se niega a declarar. Sin abogado que lo represente, el detenido prefirió a un defensor de oficio.
Para el mediático juez Oyarbide, quien maximizó la repercusión de su detención, los delitos cometidos por la Triple A fueron la “antesala del plan sistemático que desde el aparato del Estado se desarrolló” durante la última dictadura militar.