El sainete cordobés reveló debilidades y fricciones en el Gobierno. El rechazo de Ramón Mestre a bajarse de la candidatura a gobernador, pese al pedido realizado desde la Casa Rosada, mostró otra escena de desacato a la autoridad presidencial. Si bien el grueso de los radicales no planea abandonar Cambiemos, la crisis política y económica le habilitó un juego más autónoma a cada dirigente. El pragmatismo se consolidó como un lenguaje común dentro de la alianza de gobierno.
La insistencia de Mestre en sostener la elección interna (ayer la Justicia Electoral estaba a punto de pronunciarse al respecto) evidenció el choque de miradas que existe en el núcleo macrista. Mientras Mauricio Macri, el peñismo y hasta Elisa Carrió apoyaron en un inicio la postulación del diputado Mario Negri para la gobernación, una minoría de la tribu política avaló el liderazgo territorial del radical Mestre, intendente de la capital cordobesa.
Interna de la UCR en Córdoba: que se doble un poco, pero no tanto
A casi una semana para la posible elección del 17 de marzo, nadie se anima a anticipar un desenlace. “Todas las opciones están abiertas”, afirma uno de los estrategas electorales del Gobierno. Ayer se realizó una audiencia de conciliación convocada por la jueza electoral Marta Vidal: solo fue Negri. El mes- trismo denunció “maniobras dilatorias” de sus adversarios.
El sector encabezado por Negri y Luis Juez, candidato a intendente de la capital, había planteado una impugnación. Argumentó que Correo Argentino y Ocasa requerían entre 35 y 90 días para preparar la elección. Según Mestre, una interna no obligatoria puede prescindir de la logística privada.
El PRO tampoco mandó ayer a sus representantes. La Rosada apuesta a la salida política que se alcanzaría el lunes, en la mesa nacional de Cambiemos.
“No veo otra manera de garantizar la unidad de Cambiemos que no sea la interna. Fue lo que acordamos”, afirmó el presidente de los diputados PRO, Nicolás Massot. Dirigente leal a Emilio Monzó, blanqueó su cercanía a la postura de Mestre. Tanto Monzó como Massot ya anticiparon su inminente salida de los primeros planos de Cambiemos, en disidencia con la estrategia general de Peña y Jaime Duran Barba.
Pese a la toma de partido de la Rosada por Negri, Mestre no aceptó correrse. Su argumento es que las encuestas no marcaban una diferencia decisiva en favor de la fórmula Negri-Baldassi.
Según un sondeo reciente de Management & Fit, Negri tendría 28,3% de intención de voto, si fuera el postulante de Cambiemos. Y Mestre sacaría 23,1%. En ambas situaciones, el gobernador Juan Schiaretti no bajaría de los 47 puntos.
En la provincia en la que Macri sacó 71,52% en el ballottage de 2015, el 52,4% de los cordobeses desaprueba la gestión presidencial. Al margen de las encuestas, Mestre ya fue senador, y es intendente desde 2011. O sea, el macrismo no cuenta con promesas demasiado tentadoras para ofrecerle, a cambio de su declinación. El contexto de depresión económica y fricción entre la UCR y el PRO tampoco ayuda.
“El dedo no es democrático”, se queja Mestre ante PERFIL. Negri retrucó: “Yo no me subo ni me bajo: yo soy candidato”.
A la pasada, la tensión cordobesa frustró el otro objetivo del Gobierno: que el método de acuerdo cordobés, pacífico y sin competencia electoral, funcionara de ejemplo para las provincias que no tienen PASO, como Tucumán y La Rioja.