Cuando ella, joven artista plástica, lo miraba desde la tribuna de su programa de televisión, él ya tenía una hija y dos divorcios a cuestas, había fundado un diario, trabajaba en radio y televisión, y era dueño una carrera periodística prometedora. Con el tiempo, aquella “fan” logró convertirse en la mujer más importante de su vida y a quien Luis Majul consideró, en la biografía que escribiera sobre él, como “la persona que lo salvó de pasar para el otro lado”. Se trata del periodista Jorge Lanata y la artista plástica Sara Stewart Brown, quienes esta semana anunciaron su separación, después de 15 años de una relación apasionada y dos de matrimonio.
La historia de amor entre el conductor de Periodismo para todos y Sara nació cuando él tenía 36 años y ella tenía 20. La chica le hizo llegar una nota que decía: “Feliz cumpleaños. Siento que ya te conozco. Estaría bueno que nos viéramos alguna vez. Sara Stewart Brown”, tras lo cual anotó su número de teléfono. La nota iba acompañada de un regalo que impresionó a Lanata: una botella de whisky JB, el mismo que tomaba ‘Teller’, la estrella de rock que quiso cambiar su identidad, el protagonista de su primera novela.
“A mí me fascinaba desde antes de verlo por la tele”, confiesa Sara en el libro de Majul. “Me empezó a encantar cuando lo escuché por primera vez, a través de la radio... teníamos la sensación de que éramos pocos y que nos gustaban las mismas cosas...”.
Jorge ya había observado varias veces a la joven en la tribuna de su programa, y había algo que le llamaba poderosamente la atención: “Sara es la chica del gorrito que me hizo pensar que tenía cáncer”, dijo Lanata. “La conocí porque venía a la tele y es todo lo que voy a declarar en mi contra. En esa época yo era un desastre. No me sentiría orgulloso de contarlo ahora. Fue mucho mejor lo que vino después”.
En una reciente entrevista con la revista NOTICIAS, Sara contó más detalles del inicio del romance: “Le fui a ofrecer hacer una adaptación de su novela “Historia de Teller” para teatro. No aceptó. Igual, él me encantaba. Lo escuchaba todas las noches por la radio en ‘Hora 25’ (FM Rock & Pop), era imposible no enamorarse de él, todo fluía, me encantaba antes de verle la cara (...). La relación más seria se dio cuando ya estábamos en ‘Veintitrés‘. Él me tomó para hacer traducciones. Me llamó a través de su asistente que había empezado a salir con una amiga mía. Ya habíamos tenido un romance corto, hubo un stand-by y a partir de ‘Veintitrés’, volvimos hasta hoy”.
Jorge, nacido en Sarandí, tenía entonces 36 años, era periodista y escritor, había fundado el diario Página/12, la revista Página/30 y la revista Veintiuno. Coleccionaba relojes de arena y ya se había casado dos veces. Su primera esposa fue la periodista Silvina Chediek, mientras que la segunda fue Andrea Rodríguez, que trabaja como productora en PPT y con quien tuvo una hija llamada Bárbara.
Sara, en tanto, tenía 20 años, era nieta de ingleses establecidos en Quilmes, hija adoptiva de un capitán de barcos de carga y de una profesora de inglés y ama de casa. Artista plástica desde siempre, había estudiado artes teatrales y trabajado como productora, traductora y crítica de espectáculos.
La primera cita fue en septiembre de 1996, después del programa de Lanata en TV, Día D. “Se fueron a tomar algo al bar Dorrego, en la plaza de San Pedro Telmo. No dejaron de hablar ni de mirarse a los ojos hasta que el encargado les avisó que ya era hora de cerrar”, dice Majul.
Se casaron casi en secreto el 22 de septiembre de 2011, en un registro civil de Uriburu y Charcas, exactamente quince años después del día en que salieron por primera vez. Habían llegado al altar casi por iniciativa de ella, tras confesarle que le estaba empezando a molestar llenar formularios con la palabra “soltera”.
“Primero quería casarse él, antes que naciera Lola [en 2004], y yo no”, confesó Sara a NOTICIAS; “después fue al revés, hace dos o tres años me agarró como un prejuicio machista, no sé. A cada rato Caparrós [Martín, amigo de ambos] me cargaba, cuando me veía cantaba ese tango ‘Pobre solterona te has quedado’. Así que me obsesioné con el casamiento. También lo quería por mi mamá, nunca me exigió nada pero sé que para ella es importante, está mejor así”.
Jorge la llenó de cartas y poemas, la ayudó a buscar a su madre biológica, que la había dado en adopción, y reconoció que volver a casa con ella después de una difícil jornada laboral era lo mejor que le podía pasar: “Me siento muy cerca de Sara desde que empezó nuestra relación. Y fue la primera vez que sentí ganas de llegar a casa. Antes tenía más ganas de perseguir y con Sara quise quedarme. Hay algunas relaciones que establecés en la vida que son más permanentes y Sara es eso”.
Ella, por su parte, confesó estar enamorada de su “pose de seductor” y lo acompañó durante años en su lucha contra la adicción a las drogas, aunque confesó lo difícil que fue siempre mantener un equilibro entre la intimidad y la vida profesional de Jorge, algo contra lo que no pudo luchar.
“Con el trabajo, de lunes a lunes, estoy enojadísima, cuántos laburos tiene, participa físicamente en todo lo que hace. Vivir con él es como estar de cierre constante, siempre hay alguna presión por algo. Y si no, se aburre. En general, no salimos, nos quedamos en casa y nos reunimos con amigos superqueridos. Vemos muchas pelis pero vamos poco al cine. En vacaciones, a los quince días ya no aguanta y se inventa un laburo, se pone a escribir, algo. Pero siempre lo supe, es así”.
“Ella siempre estuvo ahí”, escribe Luis Majul. “Estuvo, por ejemplo, la noche del año nuevo de 1998, minutos después de que Lanata fantaseara con la idea de pegarse un tiro mientras jugaba con el arma cargada que había dejado sobre la mesa... Estuvo en noviembre de 1999 cuando a su compañero casi le da un coma diabético. Estuvo el octubre del año 2000, cuando viajaron juntos a Boston para iniciar el tratamiento de desintoxicación... Estuvo en noviembre del mismo años cuando ingresaron a la habitación de 3.000 dólares de ‘The Pierre’, en Nueva York, y él la tomó del brazo para bailar un vals imaginario...”
El 27 de agosto se confirmó la separación: “Todo es cierto. Terminamos de la mejor manera y no hubo peleas”, dijo Lanata a Clarín, aunque nada parece ser definitivo, tal y como lo dio entender ella en Twitter: “Pause”. Una de sus últimas declaraciones públicas fue precisamente en la revista NOTICIAS, hace tres meses, cuando le preguntaron qué cosas le seguían enamorando de Jorge: “Él. Me sigue pasando. Hemos tenido épocas, buenas y malas, pero no te lo puedo explicar... No me concibo sin estar al lado de él”.
(*) Especial para Perfil.com