De 2007 a 2012 coordiné como parte del taller de Periodismo del Frente de Artistas del Borda el programa radial Comiómaní?, de arte y salud mental, reflejo del trabajo de esa organización que lucha por el derecho de los pacientes psiquiátricos hace 32 años en el hospital José T. Borda. La radio que nos dio el espacio totalmente gratuito era la AM 530, por entonces llamada La Voz de las Madres, de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, que preside Hebe de Bonafini.
La veíamos poco, muy poco, por el horario del programa, sábados a la noche. Pero a veces recurríamos a ella para alguna producción especial. Ahí encontrábamos a la entrañable Kika Pastor de Bonafini que devino durante el terrorismo de Estado en histórica luchadora por la aparición de su hijo, con una sensibilidad increíble cuando leía un poema escrito en el Borda. O cuando hablaba simplemente como madre.
Pero al mismo tiempo conocimos a la Hebe que el kirchnerismo terminó convirtiendo en una aliada que prestó (¿vendió?) su prestigio a una familia que acumulaba poder enarbolando banderas históricas del centroizquierda. A diferencia de Nora Cortiñas, de Línea Fundadora, de una independencia irreprochable, ella eligió ser la oficialista número uno en el campo de los derechos humanos.
Pero el tema es que también estaba la plata, que la transformó en cabeza de una universidad, de una radio y de una constructora. ¡Néstor Kirchner transformó a las Madres en una constructora! Como Wagner, Báez o Calcaterra. Y Néstor y la construcción sólo te llevan a un destino incluso si en tu vida pusiste un ladrillo: la corrupción.
El crecimiento edilicio de la radio hacía pensar que había un ingreso increíble de dinero en la organización emblema de los derechos humanos. En un par de años, pasamos de ir a un pequeño estudio sobre la avenida Cerrito al 200 a un edificio nuevo de tres pisos en la zona de Congreso, con estudios de radio, televisión y una terraza para eventos.
“Acá hacen falta unos $100 mil de publicidad oficial por mes para que funcione la radio”, dijo una vez un directivo de la emisora. Para nosotros era igual. Íbamos sin poner ni recibir un peso, a hacer radio con pacientes psiquiátricos, los talleristas que hacían arte en el Borda. La AM 530, hoy devenida en Radio Madre, era sostenida por muy buena gente, que jamás vio ni de lejos las montañas de dinero que se mencionan en torno las viviendas de las Madres. Muy por el contrario, recuerdo técnicos y operadores que en el mejor momento del vínculo Hebe-Casa Rosada, no cobraban sus sueldos o los tenían en negro. Szpolski con pañuelo.
Cuando estalló el escándalo de Sueños Compartidos, escuchamos el nombre de Sergio Schoklender. Sólo una vez habíamos tenido noticias de él: nos transmitió la molestia de Hebe por algo que había salido al aire en nuestro programa: habíamos elogiado a Estela de Carlotto en el marco de un texto sobre nietos recuperados. Increíble. Por esos tiempos, agradecidos por el espacio, nos fuimos de la radio.
Hebe estaba ya jugando en el club de los D’Elía, de los que subían la apuesta de cualquier tema de agenda con declaraciones que la ponían en el bando de los ultra. A 10 mil años luz de la voz sensible que nosotros encontrábamos cuando la llamábamos para pasarle un poema para que nos dejara grabado en la semana para pasar el sábado. Esa voz que muy calma mencionaba las palabras “amor” o “ternura”.
Todavía algunos los tengo en la computadora. Los ponía los días en los que se empezó a hablar de cómo Néstor y Schoklender la habían usado de constructora estilo De Vido. Los reescuché los días increíbles cuando Cristina la usó para blanquear al jefe del Ejército César Milani, investigado por delitos de lesa humanidad. Los vuelvo a oír ahora, que la veo negarse a declarar y jugar con la denuncia de persecución símil dictadura. Supongo que ni ella, que peleó con la dictadura en serio, se lo cree. Acá a se enfrenta a una Justicia patética y trucha, capaz de armar escenas como para que se masturben los editorialistas del "círculo rojo". Y escucho esos poemas de nuevo ahora que pienso que la vuelven a usar La Cámpora y otra vez Cristina para hacer oposición mientras el peronismo obliga a la expresidenta a actuar como un centro de estudiantes o a ser testimonial como el Partido Obrero.
Lo doloroso es que usada o no, si firmó y fue legalmente responsable, se tiene que hacer cargo, no sólo por la muletilla falsa de la igualdad ante la ley sino por pudor ante los que se quedaron sin casa en el perverso proyecto de los pañuelos constructores. Perverso sobre todo porque hoy deriva en que “Hebe puede ir presa”, una responsabilidad imperdonable de Néstor y Cristina, tan grande como la de dejar pegado al progresismo a la idea de los bolsos con plata. Una escena que le deja el país servido para que se lo repartan en los próximos años opciones conservadoras, como Mauricio Macri, Juan Manuel Urtubey o el impredecible Sergio Massa.