POLITICA
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La AFI se despega de la acusación de Lázaro y del rol de un ex espía

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Jefes. Majdalani y Arribas, líderes de la agencia de inteligencia. |

Lázaro Báez metió el dedo en una de las llagas de la AFI macrista. Se trata del ex fiscal Eduardo Miragaya, quien fue agente de la AFI por más de un año y medio. En el juicio por lavado de dinero, el empresario negó haber sido testaferro de los Kirchner. Báez además aseguró haber sido presionado por la Agencia Federal de Inteligencia para culpar a Cristina Kirchner. Desde la AFI desdeñan la versión, pero a la vez buscan despegarse de una figura incómoda, como la del ex espía Miragaya.

Según el empresario enriquecido durante el ciclo kirchnerista, la ex SIDE macrista lo apretó a través de cuatro personas: la abogada Claudia Balbín, su hijo Santiago Viola, el fiscal Eduardo Miragaya y la subdirectora de la AFI, Silvia Majdalani. Así lo declaró ante Tribunal Oral Federal 4. “La doctora Balbín continuó su estrategia, tomó la defensa de mis hijos, les hizo creer que recusando al juez de la causa (Sebastián Casanello) iban a protegerme”, dijo Báez.

Cerca de Majdalani lo negaron: “Ni Macri, ni la AFI, ni ella misma tienen nada que ver en esa historia que existe solamente en su imaginación”.

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Desde la Agencia de Inteligencia profundizaron en esa línea: “La situación de Miragaya, que es un ex agente, ya fue evaluada por la Justicia desafectándolo de la Causa Nro. 16.389/17 en la que el juez Casanello fue querellante, situación que está firme”.

Tal afirmación es engañosa. En realidad, tanto Viola como Miragaya recibieron falta de mérito. Es decir que siguen bajo sospecha. ¿En qué causa? En una originada tras una operación teledirigida contra Casanello. Viola denunció que el juez federal había tenido una reunión con la ex presidenta Cristina Kirchner en la Quinta de Olivos. Dos testigos confirmaron falsamente esa versión.

En consecuencia, ambos fueron procesados y esperan un juicio por falso testimonio. Los dos testigos se habían comunicado 238 veces con el celular de Miragaya y el teléfono del estudio que Viola comparte con su mamá, Claudia Balbín. Pese a esas pruebas en su contra, Miragaya y Viola zafaron a medias con la falta de mérito.

Ahora, Miragaya volvió a quedar bajo la lupa. Y desde la AFI lo volvieron a desconocer, pese a que el ex fiscal se desempeñó como espía desde principios de 2016 hasta septiembre de 2017. Incluso recordaron su afinidad histórica con otra habitante mítica de Comodoro Py: María Romilda Servini. “Entró por sugerencia de ella”, se desentiende un operador de la AFI. No es la primera vez que los jefes de la ex SIDE buscan desligarse de las maniobras de Miragaya.

En abril pasado, lo hicieron en una reunión confidencial. Fue durante la exposición de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, los directores de la Agencia, en la comisión del congreso que controla a los organismos de inteligencia. Ante las preguntas por Miragaya de los diputados y senadores opositores, Majdalani afirmó: “No quisimos que continúe. No le renovamos el contrato”. ¿Por qué? “No nos gustaba el trabajo que efectuaba”, se atajó. Frente a la insistencia de los integrantes de la comisión, Majdalani concluyó: “Si armó una causa o no, eso no lo sabemos”.