“El sindicalismo no puede seguir siendo un convidado de piedra”, lanzó un eufórico Héctor Daer el pasado 2 de mayo desde un escenario de la cancha de Defensores de Belgrano. De este modo, el triunviro de la CGT mostraba los dientes y pedía lugares para el sindicalismo en la discusión política. Pero, casi dos meses más tarde, sus palabras quedaron en la nada porque, más allá de acuerdos con gobernadores e intendentes, el grueso gremial miró el cierre de listas por televisión, sin injerencia en las boletas más preponderantes.
Para un dirigente sindical de larga trayectoria que transita por la provincia de Buenos Aires, el derrotero de cara a las negociaciones fue lógico, por dos factores: la CGT está totalmente fragmentada, cruzada por internas que a esta altura no tienen vuelta atrás, y jamás tuvo un programa en común que respalde sus ambiciones electorales. Enfrentada además con Cristina y Máximo Kirchner, quienes tuvieron la birome en el armado de listas y creen que desde la calle Azopardo jugaron a favor de Mauricio Macri durante la era Cambiemos, el gremialismo se tuvo que conformar con conversar con mandatarios provinciales y jefes comunales bonaerenses para colar nombres.
Por si fuera poco, tanto gordos e independientes de la central obrera tuvieron que masticar que Mario “Paco” Manrique, dirigente de SMATA, totalmente alineado al kirchnerismo y de sintonía con el moyanismo, ocupe el lugar número tres de la lista de diputados nacionales de Unión por la Patria. Se leyó como un mensaje contra la CGT ya que el dirigente no tuvo problemas en criticar a los popes sindicales, en más de una ocasión, por “falta de acción” ante un momento delicado de la clase trabajadora.
Para varios cuadros, Manrique solo sabe repartir críticas, no asiste a las reuniones del consejo directivo y hasta le genera “problemas” a Ricardo Pignanelli, la cara de su sindicato, por las declaraciones altisonantes que suele hacer. Es más, se especuló con que podría abandonar su puesto en el órgano cegetista, es el secretario gremial de la calle Azopardo, ante la tensión que despierta.
Con semejante panorama, la lógica que imperó en el gremialismo fue la de apostar a Sergio Massa como postulante presidencial. Por un motivo: “Es el único capaz de generar síntesis y ampliar votos en UxP, no así Wado de Pedro”, reflexionó ante este medio un dirigente que siguió de cerca las discusiones políticas que se dieron en la última semana. Y añadió que una interna solo podía generar “sangre por todos lados”, como hoy pasa en Juntos por el Cambio.
También existió una ficha puesta en Daniel Scioli: a último momento, figuras gremiales intentaron convencerlo de que juegue en la Ciudad, de que sea el postulante para la Jefatura de Gobierno. Hasta lo veían ganador de la elección. Pero no hubo caso: el embajador declinó la propuesta. Las críticas a Alberto Fernández están a la orden del día porque, como bien remarcan fuentes sindicales, solo mostró “poder de daño” que se vio a las claras en la negociación para bajar al exgobernador y colocar “a sus personas de confianza”.
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Los nombres en las boletas. Entre los relevantes, apareció Soledad Alonso del Secasfpi, el gremio de la Anses, quien puede renovar su escaño en la Legislatura bonaerense. Ante PERFIL, destacó la concordancia dentro de la coalición: “Debemos trabajar en unidad con todos los sectores de Unión por la Patria para poder ganar las elecciones a nivel municipal, provincial y nacional”.
Pedro Bayugar, de Sadop, es otro dirigente que puede ingresar al Parlamento: es precandidato a diputado nacional en Santa Fe con el séptimo lugar. José Luis Gómez, de Obras Sanitarias Santiago del Estero, podría seguir el mismo camino, mientras que Walter Correa (Curtidores), ministro de Trabajo bonaerense, es precandidato a concejal de Moreno, al igual que Ulises Delgado (UOM), precandidato a concejal de La Matanza.