La muerte del fiscal Alberto Nisman se da en el contexto de una verdadera guerra entre sectores de inteligencia, que se disputan el poder político nacional. El fiscal era un protagonista clave en esta disputa de poder, que ahora tendrá otros actores de relevancia, como el juez Ariel Lijo.
Fue el propio magistrado el que se ocupó de solicitar medidas de custodia de las escuchas que le sirvieron como prueba a Nisman para acusar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de liderar negociaciones ocultas con Irán a través de distintos funcionarios para garantizar la impunidad de los sospechosos.
Sin dudas, la muerte de Nisman, cuya principal hipótesis es la de inducción al suicidio, se trata de la crisis institucional más grave de los gobiernos de la actual Presidenta por tratarse de una víctima de las pujas en lo más alto del poder.
(*) Subeditora de política del diario PERFIL.