Corría agosto de 1977. “Chicha” Mariani se subió a un taxi y le pidió al conductor que la llevara a la Catedral de La Plata. Iba sentada en el asiento trasero, deshecha: su corazón se desgarraba de dolor porque un mes antes, los militares habían acribillado a su hijo Daniel en la calle. No era lo único que astillaba su alma. También habían asesinado a su nuera, Diana Teruggi, en un mega operativo comandado por el temible Ramón Camps, jefe de la Bonaerense, en una casa de calle 30 en la capital provincial. Lo único que la alentaba a seguir viviendo era encontrar sana y salva a su nieta, Clara Anahí, que había desaparecido tras ese operativo y que tenía apenas tres meses (ver aparte).
En el subsuelo de la Catedral atendía el Monseñor José María Montes, que tenía un fichero con los datos de todos los desaparecidos y de los chicos apropiados. Montes había casado a su hijo Daniel y le prometió que se la iba a conseguir. Pero una semana después, cuando ella regresó a su despacho, Montes estaba ofuscado. Ya no tenía la ficha de Clara y le dijo: “No moleste más, la nena está con gente con mucho poder”.
—¿Y ahora qué hago? ¿Cómo me dice eso?
—Cómo no le voy a decir. No se la puede tocar porque pone en peligro a la gente que la tiene. Tendría que haber venido antes. Lo que puede hacer ahora es rezar.
—Es lo único que hago desde que mataron a mi familia.
Entonces, el sacerdote se levantó, se cruzó la sotana y le indicó la puerta con el brazo extendido: “Váyase”, le ordenó. Con los años, Chicha ató cabos y concluyó que su nieta puede ser la hija adoptiva de Ernestina Herrera de Noble, dueña del diario Clarín, Marcela Noble Herrera, una adopción que está bajo sospecha –junto con la de Felipe Noble Herrera– y que tramita en el juzgado federal Nº2 de San Isidro, a cargo de Conrado Bergesio.
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