POLITICA

La historia oculta del padre colectivero de CFK

Hasta hoy, la Presidenta no había hablado con tanto orgullo del trabajo de "El Tarta" Fernández. Fotos.

1202cristinapadreg
| Cedoc

Durante años, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner había hablado poco de su padre, Eduardo, pero hoy recordó en público que "era colectivero y nunca tuvo tendinitis" para oponerse a un reclamo de trabajadores del subte.

Cristina nunca se muestra muy cerca de su familia y hasta hoy no se había referido en forma tan abierta a su padre y su profesión.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

El “tarta”, el padre de la presidenta, era hijo de inmigrantes españoles y ni bien terminó la primaria empezó a trabajar. Con la ayuda de sus padres, Pascasio y Amparo, compró la mitad de un colectivo del Expreso City Bell, la antigua línea 3 que unía esa localidad con La Plata, y se convirtió en el chofer del interno 10.

Las fotos lo muestran como un hombre blanco, pecoso, de una gran contextura física. Sin embargo, el rasgo que mejor lo definía y que más lo apesadumbraba era su tartamudez. Su compañeros de la línea lo llamaban “el Colorado” Fernández, pero cuando querían hacerlo enojar le decían “Co-co”, cargándolo por su hablar entrecortado.

Las jornadas laborales en aquella época eran intensas. Los conductores cobraban por vuelta y debían cumplir turnos de hasta 14 horas por día, una semana durante el día y a la siguiente por la noche.

Fernández fue uno de los 23 socios que dieron inicio a la compañía, y su crecimiento en la empresa se dio a la par de los demás. Durante muchos años trabajó como chofer, hasta que llegó a ser dueño de tres colectivos y, una vez formada la cooperativa, cobraba el monto correspondiente a su cuota parte.

A mediados de 1970 la comisión directiva del Expreso, integrada por Miguel y Pinamonte Valente, Francisco Di Girolamo y Carmelo Alico, entre otros, lo eligió jefe de personal, cargo que ocupó hasta su muerte, el 26 de abril de 1982. Un par de años antes los médicos le habían diagnosticado un cáncer de pulmón. Era un gran fumador, consumía más de un paquete de Jockey largos por día y cuando se enfermó tuvo que empezar a faltar al trabajo, algo que no había hecho en más de 30 años de carrera.

“Cristina tenía una relación distante con el padre. Ella y Ofelia prácticamente lo ignoraban, y todos aceptaban eso. La única que lo recibía con un abrazo era Giselle. Con ella Eduardo era más afectuoso, aunque no demasiado demostrativo”, comentó hace años un amigo de la familia.

“No le gustaba hablar de su padre porque era colectivero”, comentó su compañera Graciela Balassini a la periodista Olga Wornat, autora de una biografía de la presidenta. Pero hoy, ante el reclamo de los choferes, Cristina recordó a su papá con orgullo.