POLITICA

La insólita y fugaz desaparición de Lagomarsino

¿Quéocurrióen las horas en que nadie encontraba al dueño del arma?

En pantalla. Lagomarsino se presentó en público el miércoles junto a su abogado Rusconi.
| Pablo Cuarterolo

La muerte del fiscal Alberto Nisman muestra sectores ansiosos por sacar provecho político de la tragedia, y al mismo tiempo, momentos insólitos que exhiben las dificultades de la Justicia argentina para enfrentar investigaciones con rigor. Entre los tramos más increíbles de la última semana figuran las horas en que los medios informaron que Diego Lagomarsino había desaparecido, cuando detrás de escena se vivía una trama disparatada.

Aunque había sido señalado por Cristina Kirchner en cadena nacional y era quien le había prestado a Nisman el arma que se encontró junto a su cadáver, la realidad era que el viernes pasado Lagomarsino caminaba por la Ciudad sin custodia. Y en el revoltijo de información que se publica diariamente se había llegado a escribir que se encontraba en un hotel custodiado por 15 personas. Pero ni la fiscal Viviana Fein ni la jueza Fabiana Palmaghini habían todavía solicitado protección. Las fuerzas de seguridad no pueden custodiarlo de oficio porque se consideraría privación ilegítima de la libertad. Cuando desde la Justicia se intentó localizarlo y no hubo respuesta se extendió el pánico. Apenas se difundió la noticia de que no lo encontraban, se esparció la alarma. No estaba en su casa ni contestaba el teléfono.

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En ese momento, según fuentes judiciales, Lagomarsino se encontraba en la sede de la Defensoría Pública Nº 5, a cargo de Silvia Mussi Odriozola en busca de representación legal. Todavía no se había tendido la inesperada mano del abogado Maximiliano Rusconi, autodefinido como uno “de los más caros” de la Argentina y quien ahora lo representa. El hombre que le entregó el arma a Nisman se retiraba de la Defensoría, ajeno al frenesí que se desataba por su paradero, cuando se topó con una inesperada cara conocida. Se trataba de uno de los custodios que había trabajado para Nisman y que había sido trasladado a la Defensoría. No era ninguno de los que tenía que estar de turno cuando el fiscal encontró la muerte. Se reconocieron mutuamente y se saludaron. Paralelamente, el alerta por las dificultades para dar con el técnico se replicaba en todos los canales. Fue entonces cuando el policía cayó en la cuenta que quien tenía delante era el hombre más buscado de la Argentina. Su reacción fue cerrar bruscamente la entrada de la Defensoría y pedirle que se quedara en su interior. Durante largos minutos, Lagomarsino estuvo conminado a permanecer en el edificio para garantizar que nada le pasara mientras el policía buscaba comunicarse con la fiscal. Para entonces, la jueza había prohibido que Lagomarsino saliera del país, reconocía que no tenía protección y desmentía la fábula del hotel y los 15 custodios.

Momentos después, la Fiscalía recibió el llamado que informaba que Lagomarsino se encontraba sano y salvo en la Defensoría. El alivio regresó al alma de las autoridades que habían temido lo peor. Recién entonces se dispuso la custodia y el hombre que entregó el arma a Nisman regresó a su casa. Los canales informaron que había aparecido.