Ella sobrevivió con un embarazo de cinco meses junto a su hija María Fernanda, de 5 años, y que después de ocho operaciones pudo sobreponerse a las secuelas y heridas que la balacera le produjo en su cabeza. Tras 20 años de no conceder entrevistas, aceptó romper el silencio que se había impuesto y recibió a Perfil en su casa.
“¿Por qué mis muertos no van a ser considerados de lesa humanidad? Cuando ametrallaron el auto no tuvieron piedad por mis hijas... Yo les rogaba que no disparen porque estaban mis nenas. Yo estaba embarazada de mi hija Luciana, de cinco meses. Y ellos más disparaban. Esos asesinos merecen estar presos también, sin embargo hoy están en libertad. El indulto de Menem los dejó afuera.”
—Para que los crímenes de su esposo e hija sean declarados de lesa humanidad, ¿cuándo hizo la presentación y cómo avanzó?
—El pedido lo hice el 13 de noviembre de 2007 ante el Juzgado Federal Nº 1 de Tucumán, a cargo del doctor Bejas. Hasta junio de este año no habían sacado el expediente y mi abogado se vio en la obligación de solicitar pronto despacho, porque estaba cajoneado.
—¿Siente que ha sido discriminada en su carácter de familiar de muertos por la subversión?
—Sí. Yo vivo con respeto el feriado del 24 de marzo, instituido por el Gobierno nacional, como el día de la verdad y la justicia, pero no es mi verdad, ni mi memoria, ni mi justicia. Para mí hace tiempo no hay verdad ni justicia.
—¿A qué se refiere?
—A los 13 años del atentado, el por entonces juez federal Jorge Parche le da la libertad a uno de los asesinos de mi hija, Fermín Núñez. Yo estaba muy asustada porque el miedo persistía. Lo fui a ver al juez y le dije que lo hacía responsable si a mis hijas les pasaba algo. Su contestación fue que después de mucho meditar en la soledad de su despacho, había decidido darle la libertad porque tenía buena conducta, limpiaba la celda y leía diariamente la Biblia. Y porque también tenía presiones de los derechos humanos. Esos no son mis derechos humanos.