“No tengo tiempo para atenderlos a todos”. Era fines de 2003 y el ex funcionario Claudio Uberti intentaba administrar su tiempo para el cobro de sobornos de las 16 constructoras que habían obtenido los contratos para los peajes de seis corredores viales.
Uno de los ejecutivos que relata la escena a PERFIL recuerda que Uberti le pidió a los empresarios que se organizaran y que una sola persona se encargara de recolectar los sobornos y entregárselos al funcionario de Néstor Kirchner y Julio De Vido. Tras un par de meses, los empresarios empezaron a turnarse para la tarea. “Todos tenían problemas con las obras, necesidades y querían ver a Uberti para plantearselo. La entrega de la plata -no quisieron dar cifras pero Uberti dijo que eran US$ 150 mil por mes- era la oportunidad de verlo y hablar”. Uno de los responsables de recolectar y entregar los pagos declarará la próxima semana, según pudo saber este medio.
El desfile de sobornos, que para los empresarios se encuadra en “extorsión”, habría incluido a Helport (Corporación América) y Decavial, Supercemento, Vialco, Coarco, Equimac y Dragado y Obras Portuarias, entre otras más chicas. Así surge de lo que declaró Uberti y lo que admitieron algunos empresarios en off the record.
Quince años después de aquel acuerdo con Uberti, algunas de estas y otras compañías comienzan a sentir el efecto Lava Jato. Cuando la Justicia de Brasil comenzó a destapar el mayor caso de corrupción de América Latina en 2014, las mayores constructoras de ese país quedaron en el blanco de casos de sobornos millonarios a funcionarios públicos. Mientras la Policía Federal brasileña, los fiscales de Curitiba y el juez Sergio Moro avanzaban sobre una planificada red de coimeros y coimeados, las empresas pagaban los costos de la corrupción.
Ahora, tras el efecto Cuadernos Gate, los empresarios de la obra pública admiten que ya sufren las consecuencias del sistema del que forman parte. Aunque los resultados de la investigación del juez Claudio Bonadio y el fiscal Carlos Stornelli está a años luz de los alcances del Lava Jato, en Argentina una de las empresas mencionadas en los cuadernos fue notificada por los bancos con los que opera de que una parte de sus líneas de crédito serán cortadas.
Macro, Supervielle y Galicia son las bancas que trabajan con obra pública. En las entidades negaron haber cortado el crédito a las constructoras. “Los estamos monitoreando”, dijeron en una de las entidades”. Un empresario, en cambio, aseguró a PERFIL que sí está sucediendo. “El 80 % de la línea de crédito es en base a los certificados de obras que presentamos. Esos créditos los están manteniendo. Pero el 20% restante que a nosotros nos sirve de colchón para saldar cuentas mientras esperamos que el Estado nos pague, ya se está cortando. Venía mal con la suba del dólar y empeoró con los cuadernos”, cuenta. Para los bancos, el índice de riesgo de las involucradas subió.
El jueves, las autoridades del Macro se reunieron con el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, quien les pidió que no dejen de financiar a las constructoras con el descuento de facturas. El banco le pidió al funcionario que mejore el sistema de descuento porque “no está claro en la ley”, confirmaron fuentes de la reunión.
Otra importante compañía, cuyo principal referente admitió haber pagado sobornos a Kirchner, había emitido un bono para financiarse antes del escándalo y en los últimos días recibió un alerta de dos calificadoras de riesgo que advirtieron a los inversores sobre la situación judicial y la renuncia del empresario a la dirección de la firma.
Una de las empresas energéticas involucrada debió frenar la emisión de obligaciones negociables para financiarse cuando su presidente terminó detenido y arrepentido.
El sistema de la obra pública parece estar en shock. Tal vez se olvidaron que el empresario brasileño Marcelo Odebrecht pasó cerca de un año preso antes de que su padre decidiera acordar con los fiscales de Curitiba y ofrecer 77 arrepentidos que revelaron una sofisticada estructura de sobornos en doce países. Es evidente, por ahora, que en Brasil, las revelaciones tienen otras dimensiones.