José Pepe Mujica, en una entrevista con Jorge Fontevecchia, brindó sus reflexiones sobre el vínculo entre Argentina y Uruguay, tan semejantes y disímiles al mismo tiempo. “Somos pueblos hermanos: nacimos en la misma placenta. Los orientales somos un pedazo fracturado de la argentinidad, por geografía y por historia”, describió.
Durante la conversación se revelaron valiosas frases sobre política, economía, relaciones humanas, aunque advierte: “Soy un bicho raro, un viejo medio loco; mucha gente me admira, pero no me dan pelota”. A continuación, se detallan los pasajes más destacados de la charla:
“Con esta visión que tengo hoy de viejo, y conocedor de la historia del Río de la Plata, si tuviera cuarenta años menos, me hago ciudadano argentino y voy a pelear a Buenos Aires. Ahí se juega el futuro del Río de la Plata. Pero soy un viejo y estoy archivado”.
“Hace mucho tiempo que acuné dentro de mí la lucha contra el fanatismo. El fanatismo envilece. Es generador de odio, que es una postura muy negativa y tremendamente destructora. Tiene en común con el amor que es ciego, y la ceguera es una forma de estupidez. Una cosa es ser pasional y convencido de lo que uno defiende y otra es caer en el fanatismo, que no deja percibir los tonos de la realidad. En la alta política es un mal mayor vivir con odio, pero en las relaciones humanas es peor: nos llena de imbecilidad”.
“El problema es lo que viene, el porvenir. Si uno se deja embeber y enceguecer por el pasado, se olvida del valor que tienen los que vienen. Si no les podemos dejar un mundo mejor, por lo menos intentemos que no sea peor”.
“No les tengo odio ni a los que me torturaron. Fui presidente y no me dediqué a usar el poder de la presidencia para perseguir a nadie. A algunos les habrá parecido que soy olvidadizo. No. Hay cuentas que no se cierran”.
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Héroes y banderas
“El escenario real es que Perón hace mucho que pasó y, sin embargo, sigue estando. Es un dato objetivo. Otro elemento es que da la impresión, por las contradicciones sociales, por la composición de gente tan diversa, de que por momentos tiene rasgos de religión. Y una diosa, Evita. Es una cosa que no se discute. No es poco, porque en los momentos de incertidumbre ese símbolo que viene del pasado le sirve a una masa muy grande. Lo otro es contingente al momento y a las circunstancias. Esa realidad la tiene el pueblo argentino. Es algo que no vi en otros pueblos de la región”.
“Los héroes no dejan de ser humanos. A veces están bien y otras no. No son tan puritanos ni perfectos. Son humanos, sus construcciones son humanas. Lo más importante es que son símbolos y sirven como banderas. A la larga, pesa y define el tamaño de la fila india. Los héroes podrán ser mártires o no, pero no determinan los cambios de la historia. Los cambios llegan por grandes corrientes que a veces utilizan un símbolo humano, héroe, bandera o líder, pero lo que importa es lo que no se ve”.
“Cada individuo es específico y el papel de la política es atemperar, negociar, para que sobreviva el poncho de la sociedad que nos ampara a todos. Ese es el duelo que tiene la política”.
Libertad, conocimiento y consumismo
“No soy pobre; es una opción de vida definida hace rato. Es mi manera de luchar por mi libertad. Si me dejo esclavizar por el tironeo civilizatorio del mercado, viviré para gastar mi vida en conseguir los medios para pagar las infinitas cuotas. Te hacen el cuento de la felicidad. Ser libre es gastar la mayor cantidad de tiempo de mi vida en las cosas que me gustan. Si multiplico mis obligaciones, adiós a mi libertad. Me someto a la ley de la necesidad porque dejé que las necesidades se multiplicaran hasta la fantasía”.
“No hemos construido una humanidad acorde con el salto tecnológico. Tendemos a parecernos a un chimpancé con una ametralladora. Hoy, un muchacho con un celular en el bolsillo, si lo sabe consultar, tiene una universidad a mano. Es maravilloso. La tecnología es maravillosa. Pero el término medio de los muchachos lo que menos utiliza es el conocimiento digital con una preocupación de carácter universitario. Lo usan para todo lo demás. Y ahí todo lo demás sin resolver adquiere una dimensión que aplasta. Mejoramos en tecnología, pero no en humanidad”.
“Tuve una época joven, allá entre los 16 y los 20, en la que leía entre 6 y 8 horas cada día. No tenía plata, iba a una biblioteca pública y leía de todo. Después me dediqué a cambiar el mundo y leí menos”.
“Ese es el sentido de mi vida. Transmitirme a lo largo de otros que quedan y haber hecho todo lo posible. Soy una especie de árbol viejo que está intentando dejar pasar la mayor cantidad de luz para que crezcan arbolitos. Que en lugar de un árbol haya un bosquecito”.
“A los hombres que se creen muy grandes, muy importantes, habría que condenarlos a mirar toda la noche las estrellas”.
RB/FL