Envuelta con una bandera argentina y un bebé de juguete en brazos, Graciela no para de cantar: “Vamos a triunfar, no van a haber más abortos”. Así como ella, había miles de personas sobre las avenidas Hipólito Irigoyen y Entre Ríos que se manifestaban a favor de “las dos vidas”. En un escenario ubicado al costado del Congreso de la Nación, los pañuelos celestes se hicieron sentir a pesar de la lluvia, confiados en un resultado que desde temprano se presumía favorable al rechazo de la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
“Hace un año que nuestro bebé partió. A Lautaro le detectaron durante el embarazo el Síndrome de Limb Body Wall. Los médicos me dijeron que tenía que abortar y les dijimos que no. Nació en la semana 38 y vivió 40 minutos. Decidimos con mi pareja no ser nosotros los que le quitemos la vida. Por eso estamos acá, para cuidar las dos vidas”, sostenía Daiana Leiva. Acompañada por su hijo Leo (8) y Malena de (4), viajó en el tren San Martín desde el barrio Villa Rosa de Pilar y se autoproclama como “cristiana”.
Una plaza, dos clamores: las mejores imágenes de un debate histórico
Tan disímiles cómo opuestas. Pocas veces se vio en la historia contemporánea Argentina que sectores tan antagónicos se manifiesten en las calles a tan pocos metros de diferencia. La valla que montaron las fuerzas de seguridad dividía dos mundos. Del lado de Callao, acaso la convocatoria más numerosa, los pañuelos verdes se hacían sentir. Sin embargo, la concentración “celeste” fue en aumento con el correr de la tarde y cerca de las 20, por Irigoyen las banderas de ese color llegaban a la calle San José.
Mientras la banda de rock cristiano “Rescate” arengaba a la multitud, desde la carpa que montó la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera) salían constantemente personas descompensadas. Si bien la organización no se animó a brindar cifras sobre la concurrencia, sí le confiaron a PERFIL que desplegaron más de cien voluntarios que brindaban apoyo médico y logístico a la marcha.
Debate por el aborto: cómo se vive la vigilia en ambos lados de la plaza
“Han despertado un gigante que estaba dormido, esta ola celeste se hizo visible en las calles”, advierte el pastor Jorge Gómez, Director General de Aciera. Empapado por la lluvia, pero exultante por el inminente rechazo a la ley dispara: “Le decimos a los senadores que la mayoría de los argentinos estamos a favor de las dos vidas”. Para el máximo referente de la agrupación evangélica la solución pasa por “mejorar la ley de adopción, mejorar la educación sexual y contener a las mujeres que atraviesan por un embarazo no deseado.”
La juventud tuvo un rol protagónico en la jornada. Decenas de chicos y chicas de La Matanza se agolpaban en la puerta del Comité Nacional de la Unión Cívica Radical. Entre ellos destacaba Lucas Benítez, quien con 20 años era el más experimentado de sus pares. Confesaba tener un vínculo cercano con el aborto, porque “cuando tenía 18 años perdí una criatura, fue muy chocante. A los 4 meses mi novia tuvo una pérdida y bueno, ahora lucho por las dos vidas”.
Con un piloto a tono con la convocatoria, Ethel, una catequista de Ciudadela (60), observa junto a varias amigas el vallado desde la vereda de Hipólito Irigoyen. Se imagina cómo será la marcha verde: “Creo que del lado verde están los mismos seres humanos que nosotros, con las mismas vidas, pero creo que muchas veces son manejables o son chicas que nadie les dijo: “vení que te damos una mano”. Están descreídas de la sociedad. Allá hay corazones sangrantes, no tendrían que estar de verde, tendrían que estar de rojo. Rezo por ellas”, sostiene.
Al cierre de esta nota la multitud continuaba la vigilia y se acercaba el momento de la votación. Fue cuando la presencia de “Bebito” ratificó que era el gran fetiche del público celeste. Hecho de engrudo y papel, fue recibido bajo una ovación. A diferencia de la noche de la votación en Diputados, el optimismo estaba del lado celeste de la plaza.
