Pocos días después de que el ministro de Menem, Domingo Cavallo, denunciara en 1995 una ''mafia enquistada en el poder'' encabezada por Alfredo Yabrán, el entonces presidente dio una señal inequívoca a la sociedad. El riojano decidió viajar en uno de los aviones del megasospechado empresario, y se fotografió en la escalerilla para desautorizar lo que su ministro había dicho horas ante en el Parlamento. Estaba todo dicho.
Cavallo fue echado del Gobierno tiempo después, y el 25 de enero de 1997 asesinaron y quemaron a José Luis Cabezas, fotógrafo de la revista Noticias, en las cercanías de Pinamar. Yabrán y Menem entraron en una barranca con final anunciado. El empresario se suicidó en una estancia de Entre Ríos y Menem en las elecciones de 1999.
En esos aviones de Yabrán también llegó la valija de dólares venezolanos que pretendían entrar de incógnito, según dicen los implicados, para abastecer la campaña electoral del kirchnerismo. Pero todo eso parece un juego de niños comparado con lo que ocurrió esta mañana, cuando el clima está a un paso de enrarecerse una vez más,
Hoy, mientras en Rosario se concentraban miles de productores rurales, la Presidenta decidió subir al Tango 01 al piquetero y patotero Luis D'Elía, como invitado especial. El gesto, directo, sin matices, brutal, no merece mayor intepretación. Nadie sabe cómo seguirá el conflicto con el campo, pero la traducción de estos mensajes neoperonistas a través de aviones y avionetas mete miedo. Será milagroso si, en medio de tanta confusión, no queda en el camino algún muerto, como teme Eduardo Buzzi.
Mientras esperamos que nada grave suceda, solo basta aggiornar algunos dichos populares. El primero, y de cajón: ''dime con quién vuelas, y te diré quién eres...''
* Editor general de Perfil.com