Propio de un año electoral, el 2007 contó con todo tipo de condimientos que permitieron armar un numeroso anuario visual (ver galería de imágenes). Duras campañas electorales, escándalos con bolsas, valijas y coimas dieron color (o dolores de cabeza) a un escenario político que tuvo como principal protagonista al matrimonio presidencial.
Protagonismo. Con el kirchnerismo en el rol principal, tanto lo positivo como lo negativo del año político giró alrededor del matrimonio presidencial que, en muchas ocasiones, tuvo en sus propias deficiencias a su más poderoso opositor. Carentes de capacidad de generar algo nuevo, los críticos del oficialismo jamás lograron convertirse a nivel nacional en una opción viable para la sociedad.
Lo alto. Entre los puntos favorables del gobierno K, puede hallarse la continuidad del crecimiento económico. Una vez oficializado el aumento del Producto Bruto Interno (PBI) de este año, la administración Fernández podrá anunciar que durante su gestión la Argentina logró quebrar el récord de años de desarrollo consecutivo (seis). Esto, sin lugar a dudas, fue la base del éxito electoral de los Kirchner durante este año.
DD.HH. Con el traspaso del ex predio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) a organizaciones de Derechos Humanos, el Gobierno completó más de cuatro años de importantes avances en materia de políticas contra los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar.
Consolidación financiera. Pese a que los mercados internacionales viveron crisis comparables al "Efecto Tequila" (según el Banco Central), las bolas bursátiles locales no sufrieron sobresaltos, lo que permitió la consolidación del sistema financiero. El fuerte incremento de reservas internacionales (alrededor de u$s45.000) resultó fundamental para dicha tranquilidad.
Descenso del desempleo. Aunque el trabajo en negro continúa siendo uno de los principales problemas para la población económicamente activa, los índices de desocupados bajaron hasta por debajo del 8 por ciento. De esta forma, el gobierno K pudo romper con una tendencia negativa iniciada en la década de los 90, y cumplir con la promesa de bajar el desempleo a un dígito.
Lo bajo. Sin lugar a dudas, las denuncias de intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) encabeza los temas negativos del Gobierno durante el 2007. El arribo de técnicos impuestos por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, generó la peor crisis de credibilidad sufrida por el organismo en su historia.
Crisis docente. Tal vez las protestas de docentes en distintas provincias sureñas (Santa Cruz y Neuquén), no deberían haber significado un problema político para un Gobierno que mes tras mes anuncia ingresos récord en sus arcas. Sin embargo, la descentralización y una coparticipación anacrónica provocaron que los estados provinciales muchas veces no pudieran cumplir con las demandas de distintos sectores públicos.
Las protestas salariales de trabajadores estatales ocurridas esta año en Santa Cruz y Neuquén, son el mejor ejemplo de que la Nación tiene que revisar las políticas de coparticipación. Las mismas, tras la reforma de la Constitución de 1994, jamás volvieron a tener un tratamiento serio, lo cual significó que las provincias hereden responsabilidades económicas de la Nación, sin recibir fondos suficientes.
Corrupción. Pese a que el Gobierno estuvo rápido de reflejos al echar de sus funciones al titular de ENARGAS, Fulvio Madaro, y el gerente de Fideicomiso Banco Nación, Néstor Ulloa, las denuncias por coimas contra estos funcionarios en el marco del caso Skanska, dejó en evidencia que los manejos de licitaciones a nivel nacional mantienen una metodología turbia.
Miceli. Tal vez el caso más escandalosamente absurdo fue el vivido por la ex ministra de Economía, Felisa Miceli. Luego de una investigación del Diario Perfil, se conoció que la ex presidenta del Banco Nación escondió en su baño una bolsa con casi $200.000 ($100.000 + u$s 31.670), la cual fue descubierta por una Brigada de Explosivos del Cuerpo de Bomberos de la Policía Federal.
Aunque en principio el Gobierno -a través del jefe de Gabinete, Alberto Fernández- quiso resguardar a Miceli, la imposibilidad de ésta de explicar de dónde provino el dinero, hizo que Néstor Kirchner -enfurecido con la ahora ex ministra, según señalaron allegados al despacho presidencial- le pidiera su renuncia indeclinable.
Finalmente, todavía maltrecho por la salida de Miceli, el Gobierno debió enfrentar al personaje que se ha convertido en la sombra negra de los K: Guido Antonini Wilson. Desde que el 4 de agosto funcionarios de la Aduana denunciaron que el ciudadano venezolano-estadounidense intentó ingresar u$s 800.000 de forma ilegal al país, el caso ha tomado distintos rumbos.
Pese a que el Gobierno manifestó que fue un organismo del Estado (la Aduana) quien denunció el caso, son muchos los interrogantes que rodean a Wilson, quien 48 horas después de ser denunciado se encontraba de nuevo en su residencia de Miami, Florida. Ahora, colaborador del FBI, se plantea que el dinero que traía consigo el venezolano-estadounidense era para la campaña de Cristina Fernández.
Este último tema es el primer escándalo que deberá sortear la Presidenta en 2008. Vinculado de manera directa con la política regional llevada adelante con el mandatario venezolano, Hugo Chávez, el cariz que tomó este asunto es la prueba fundamental de que a nivel internacional, el Gobierno deberá tener la cintura suficiente para continuar la integración del Mercosur sin ofender intereses de los países centrales.