Mientras el kirchnerismo debate la baja en la edad de imputabilidad de los menores, como una solución a la inseguridad, los números demuestran que los delitos cometidos por chicos en territorio bonaerense crecieron, en los últimos cuatro años, apenas el 2,6%.
Hay otro dato que desenmascara la demonización de los menores: los homicidios perpetrados por ellos, en el mismo período de tiempo, bajaron el 8%. Además, la incidencia de este sector de la población en el total de las infracciones a la ley es insignificante, porque apenas llega al 4%.
En la última estadística que hizo la Procuración General bonaerense se computa, también, que en el 21% de los crímenes ejecutados por menores había mayores involucrados. Otro dato que hiela la sangre es que la Policía Bonaerense que, se supone, tiene que detenerlos, los recluta para robar y a cambio les suministra drogas. Lo denunció en 2010 el entonces ministro de Seguridad, Carlos Stornelli. El juez Luis Arias aportó 28 casos concretos de reclutamiento por parte de las fuerzas de seguridad, pero la causa duerme el sueño de los justos en el cajón de una fiscalía platense.
El caso más emblemático es el de Luciano Arruga, un joven de 16 años que vivía en un humilde barrio de Lomas del Mirador. Los policías a cargo del destacamento de esa zona intentaron reclutarlo para robar en más de una oportunidad. Al ser un menor vulnerable, lo detuvieron varias veces, lo hostigaron y hasta lo torturaron. Arruga desapareció el 31 de enero de 2009. Recién el año pasado la causa pasó de averiguación de paradero a desaparición forzada, por la presión de organismos de derechos humanos, que mostraban evidencias contundentes que involucraban a la Policía en el hecho.
Sólo para graficar la incidencia de los menores en el delito, las estadísticas muestran que en 2009 los jóvenes perpetraron 191 homicidios contra 2.580 cometidos por mayores de edad. La proporción no varió demasiado en 2012. Los chicos cometieron 174 asesinatos contra 2.550 ejecutados por mayores.