"Bajar un cambio". Esa parece ser la política adoptada por la presidenta Cristina Fernández ante la excesiva defensa que hacen algunos de sus funcionarios y seguidores. En las últimas semanas, la mandataria debió frenar iniciativas polémicas de los militantes más acérrimos que, a la luz de las decisiones que tomó la Presidenta, parecen haber "metido la pata".
El caso más reciente fue el de la diputada Diana Conti y su deseo de una "Cristina eterna", a través de una potencial reforma constitucional. En su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, la Presidenta relativizó esas versiones y disparó su curioso "no se aten los rulos".
"Si soy la primera Presidenta sin presupuesto, ¿me pueden explicar cómo voy a lograr que reformen la Constitución?", dijo y reafirmó que todavía no es candidata para las elecciones de octubre.
Otra metida de pata K. La Presidenta también debió interceder a la reacción "ultra K" cuando un grupo de intelectuales cercanos al gobierno nacional repudió la idea de que el Nobel peruano Mario Vargas Llosa -que cuestionó con dureza al kirchnerismo- inaugurara la Feria del Libro de Buenos Aires.
La reacción de la Presidenta no se hizo esperar. Fernández le pidió telefónicamente al director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, que retirara una carta que circuló contra el escritor peruano.
Chupamedismo K. Otro enojo reciente derivó en el despido de Gabriel Fernández, ex gerente periodístico de la agencia estatal de noticias Télam como consecuencia de un fallido homenaje publicado por el cumpleaños de la Presidenta.
El cable en supuesto homenaje a la Presidenta en el día de su cumpleaños no sólo no tuvo el efecto esperado sino que hizo estallar de bronca a la Rosada. Alfredo Scoccimarro llamó a Télam para que bajaran de inmediato el rediseño del portal de noticias, con el encabezado en tonos azules, la imagen del ex presidente Néstor Kirchner personificando al Néstornauta -basado en la figura del Eternauta de Héctor Oesterheld-, con la leyenda "Agencia de noticias del pueblo argentino".
En un año electoral, en el que aún Cristina no anuncia formalmente si será o no candidata, los kirchneristas más cercanos a la mandataria temen que las iniciativas ultra K perjudiquen la imagen presidencial.