En el extenso reportaje de Jorge Fontevecchia al presidente Mauricio Macri publicado este domingo por Diario PERFIL se trataron diversos temas que hacen a la coyuntura argentina e internacional.
Sin embargo, también hubo espacio para hablar del impacto de los 100 días de Gobierno en lo personal en el ámbito del primer mandatario.
—A los cien días de ser jefe de Gobierno, el 30 de marzo de 2008, te hice un reportaje como éste y me dijiste: “Hay días que me derribo a la mañana y me vuelvo a entusiasmar a la tarde. Durante el día me pasa mucho. Hay veces que me da mucha impotencia porque hay cosas en que la solución es evidente, directa y simple, y el sistema está armado de una forma tan perversa que lleva mucho más tiempo del que físicamente necesitaría”. ¿Esto te pasa más o menos en estos cien días que en aquéllos?
—¿El diagnóstico? Más. ¿Mi actitud? Menos. Se ve que me he entrenado. Me siento… yo lo llamo “abrumado”, menos veces de las que me sentía así en la Ciudad. Pero he tenido días de abrumarme por la cantidad de problemas que se han generado, que se han ocultado… Esto de abrir armarios y que se te caigan deudas e incumplimientos… Incumplimientos con los pagos a Bolivia, a Paraguay de un año y medio en energía, a Uruguay… No a un proveedor amigo del poder que se aguanta porque durante diez años ganó un montón. A los países limítrofes que te venden energía vos no podés no pagarles.
—Como antes, ¿es la mañana el momento de más angustia?
—No, generalmente es más a la tarde. A la mañana arrancás de vuelta despejado. A la tarde, cuando tuviste cuatro o cinco reuniones seguidas, que vienen ministros y te dicen: “No hay”, “no hay”, “este problema”, “este otro problema”. Vos vas pudiendo transmitirles ánimo uno a uno, pero ellos te van como quitando a vos… Pero, la verdad, por suerte se ve que tengo una mayor capacidad ahora de absorción que hace ocho años.