La seguidilla de marchas del "Sí, se puede" que viene encabezando Mauricio Macri tendrá su epicentro el sábado próximo en el Obelisco, con lo que en el oficialismo ya llaman "la marcha del millón". Será una de las últimas apuestas de Juntos por el Cambio para mostrar el apoyo en las calles e ilusionarse así con la posibilidad de que el 27 de octubre se dé el milagro y logren forzar un ballottage.
El objetivo es entrar a la última semana antes de las elecciones dando una imagen de que la pelea no está perdida, aunque algunos en el oficialismo se conforman con terminar consolidando el núcleo propio, quizás sumar algún voto más que en las PASO, pero sobre todo dejar una base sólida y firme desde la cual poder rearmarse para volver al poder en cuatro años.
En el macrismo hay quienes llegaron a pensar en una imagen como la de Raúl Alfonsín, cerrando su campaña electoral en 1983 ante una avenida 9 de Julio que desbordaba de gente. Hay que ver cómo les cae la comparación a los socios del radicalismo, quienes también serán de la partida en el acto (se está definiendo si algún referente de la UCR también da un discurso). A diferencia de la previa de las PASO, a sectores del radicalismo se los percibe trabajando más activamente, sobre todo para movilizar en las marchas del interior y para armar los equipos de fiscalización. Habría ayudado que el comando central decidió abrir la billetera y usar fondos para bancar el trabajo de la política más “tradicional”.
La decisión de armar la convocatoria y su fecha, sin embargo, son motivo de disputa. En Casa Rosada aseguran que se definió como una parada más (central, claro) de las marchas por las treinta ciudades que sirvieron como eje de la campaña de Mauricio Macri después de las PASO. En el mundo de los activistas de las redes sociales, sin embargo, se ufanan de haber sido ellos los que impulsaron la movilización enseguida después del éxito de la marcha del 24 de agosto –que terminó con un Macri exultante gritando desde el balcón de la Casa de Gobierno– y dicen que desde la Rosada se subieron.
Macri en la marcha del "Sí se puede" en Olavarría: "Hay gato para rato"
De una manera u otra, en el búnker oficialista se muestran entusiasmados con la convocatoria, ya que esta vez, aseguran, no se está difundiendo solo por las redes sociales sino que están trabajando en conjunto con los equipos políticos para lograr una mayor convocatoria. "Va a ser importante, se viene fogoneando mucho", asegura uno de los candidatos de Juntos por el Cambio. En la sede partidaria de Balcarce están trabajando también para esa convocatoria y ya la tienen difundida como una actividad más de las que viene realizando el Presidente.
El presupuesto para la política “tradicional”, según pudo saber PERFIL, también será puesto a disposición para esta convocatoria. En el oficialismo repiten siempre que las marchas son de gente que llega movilizada por sus propios medios (“vinimos con la SUBE”, repiten los militantes) y no llevada por punteros políticos. Esta vez, sin embargo, ya avisaron que habrá micros a disposición para garantizar la llegada de la mayor cantidad de gente posible. "El Obelisco hay que llenarlo", dicen. Es de esperar que no los estacionen en la 9 de Julio, como en las marchas del peronismo o los movimientos sociales.
Las marchas del “Sí, se puede”, hasta ahora, vienen dejando resultados más que alentadores para los armadores de Cambiemos. Dicen que en total ya hubo 300 mil personas movilizadas sumando todas las convocatorias. Estén o no inflados esos números, ya tienen la satisfacción de haber logrado masivas convocatorias, que empezaron en Barrancas de Belgrano (dicen que se llenaron como dos Plazas de Mayo) y ya pasaron por otras 15 ciudades (la de mayor impacto fue en Tucumán, con más de 30 mil personas). El debate, que incluso se da puertas adentro, es si hay votantes nuevos en esas marchas (o que se suman al verlas) o si se trata solo del núcleo más duro de Cambiemos. En cualquiera de los dos escenarios, la alianza oficialista se demostró a sí misma que, incluso si se confirma un escenario de derrota, hay una base fiel que respalda a pesar de la crisis económica. “Nos jugamos los próximos 20 años del país”, es el discurso que repiten.
Pero en varios despachos de la Casa Rosada no hay lugar para el pesimismo. Así como antes de las primarias tenían una fe que se basaba en los números que les daban sus encuestas (fallaron por más de 15 puntos), ahora tienen una fe “ciega”. Cuentan que Marcos Peña decidió no pedir más sondeos, y que solamente hicieron focus groups justo después de las PASO (donde detectaron el voto de los enojados que no se sintieron escuchados). La postura es clara: que el optimismo sea lo último que se pierda.