Mauricio Macri volvió a tener una semana de hiperactividad donde sembró más misterios sobre el lugar que busca ocupar en el escenario político de cara a 2023. Actos, recorridas, peleas, reuniones y mensajes abiertos forman parte de un combo que viene generando ansiedades en sus compañeros del PRO y los socios de Juntos por el Cambio.
Ya embarcado rumbo a Qatar y Arabia Saudita, donde esta semana tendrá actividades vinculadas a su rol como presidente de la Fundación FIFA, Macri viene sorprendiendo a propios y ajenos por lo involucrado que está en la vida política. El martes acompañó a Patricia Bullrich en una reunión de sus equipos de gobierno, el miércoles recorrió Lanús junto a Néstor Grindetti y el jueves volvió a encabezar un almuerzo con los principales referentes del PRO en San Telmo.
Pero antes la semana había empezado con el duro cruce con Gerardo Morales y gran parte de la dirigencia radical por haber tildado de “populista” a Hipólito Yrigoyen (primer presidente de la UCR) durante una charla en Brasil. “Si tu intención es romper JxC es mejor decirlo concretamente”, le espetó el gobernador jujeño en una carta pública que viralizó por Twitter. Quienes pudieron hablar con Macri ese mismo domingo aseguran que estaba ofuscado y enojado con la reacción del titular del radicalismo. “Ni se le pasa por la cabeza romper, en serio le pareció desmedida la reacción de Morales”, explicaba un dirigente de su entorno horas después.
El lunes buscó bajar un cambio difundiendo un video, que le pasó Hernán Lombardi, donde elogiaba a Yrigoyen y el martes, en la actividad con Bullrich, intentó apaciguar definitivamente. Allí planteó: “Si nos peleamos entre nosotros, ¿quién nos va a creer? La gente no es pelotuda, ¿por qué creería que podemos hacer un gobierno de nivel?”. El mensaje fue leído en clave de respuesta a Morales, pero también se interpretaba para las internas en el PRO, en donde el ex presidente también busca hacer un delicado equilibrio.
A fines de abril, había participado de una reunión de gabinete porteño con Horacio Rodríguez Larreta. A partir de ahí empezó a diagramar con Bullrich la posibilidad de compartir un evento con ella. Se concretó este martes último, pero no pasó desapercibido que el propio Macri llamó personalmente el día anterior a dirigentes de su entorno para que estuvieran presentes. Algunos ya habían participado de reuniones similares con la ex ministra de Seguridad, pero para otros fue la primera vez. Grindetti, quien hasta hace poco se mostraba más cerca de Larreta, fue la sorpresa, pero también estaban Federico Angelini, Hernán Lombardi, Oscar Aguad o Alejandro Rozitchner, entre otros.
“Patricia tiene más claridad y convicción”, razonan en el entorno de Macri a la hora de compararla con Larreta. Sin embargo, insisten con que seguirá jugando al equilibrio. Su idea es que compitan y que eso mejore la oferta. Suma también a Vidal a ese listado. No obstante, cada una de sus declaraciones son interpretadas con una lupa. El miércoles, por ejemplo, participó de un almuerzo en el Club Progreso y destacó solo algunos nombres, como los de Bullrich, Miguel Pichetto, Javier Iguacel y Guillermo Dietrich.
Mientras hace ese equilibrio en el PRO, Macri también se muestra preocupado por los mensajes que se bajan desde el partido. “Preservar la identidad”, es lo que más lo desvive. Por eso viene organizando almuerzos periódicamente con la plana mayor del macrismo. Dirigentes que estuvieron con él aseguran que se ufana de su poder de convocatoria: “Vieron como los llamo y vienen todos”, dicen haberle escuchado.
Lo que nadie le va a poder sacar es una definición sobre su futuro. “Todo el que diga que sabe lo que va a hacer Macri está mintiendo”, confían en su entorno. Y agregan: “No definió lo que va a hacer”. Mientras tanto seguirá mandando señales, como la del jueves en Monte Chingolo, Lanús, que tuvo todos los condimentos de una actividad proselitista.