En las últimas semanas, los fantasmas irresueltos de la denominada “época de las masacres” causada por la entonces poderosa mafia siciliana, Cosa Nostra, conmueven a los italianos y salpican a importantes figuras institucionales, incluido el primer ministro Silvio Berlusconi, ya acosado por un divorcio multimillonario y otros escándalos derivados de su vida privada. Hay nuevos elementos en los procesos por los siete atentados, durante 1992 y 1993, donde murieron dos importantes jueces antimafia (ver recuadro). Sin embargo, mientras Italia persigue los demonios que dejó aquella mafia, en gran parte acabada en 2006 con la captura del capo dei capi Bernardo Provenzano, de sus cenizas renace tomando otras formas. Más invisible, escurridiza y transnacional, extiende su presencia por los cinco continentes. Tampoco la Argentina se salva. Los especialistas advierten que, además de ser una nueva ruta para el envío de la cocaína colombiana a Europa, nuestro país tiene células de algunas de las organizaciones más violentas y ha recibido importantes inversiones “legales” (ver recuadro, página 55).
“Con la fuerte represión judicial de los últimos años, el modelo clásico vertical de Cosa Nostra ha sido debilitado. Se proyectan, en cambio, estructuras en red, como la lamentablemente exitosa mafia calabresa, N’Drangheta, descentralizada y organizada en células familiares interdependientes. La otra mafia importante es la Camorra (napolitana), que tiene dos vertientes, una piramidal y otra fragmentada, más ‘gangsterística’, de barrio”, explica en una entrevista con PERFIL el fiscal nacional antimafia Pietro Grasso, que vive bajo protección policial desde hace 24 años. Las mafias italianas han pasado del Padrino a una especie de “network criminal que hace enormes negocios y ofrece servicios, con una tremenda actualización tecnológica y financiera”, agrega el magistrado. Esa red facturó 130 mil millones de euros en 2008, según el informe de Confesercenti, principal asociación de comerciantes en Italia. Monto equivalente al 12 por ciento del PBI italiano.
De la escopeta a la laptop. Alcanza con pensar en la imagen simbólica del mafioso, para notar la transformación, dice a PERFIL Enzo Ciconte, historiador del crimen organizado italiano. Hoy el mafioso “pasó de ser la boina torcida y la escopeta a ser un mánager de traje, que viaja con su laptop y maneja millones de euros por el mundo. Hoy el mafioso piensa con un paradigma empresarial: disminuyeron las armas y aumentaron los negocios”. Sin embargo, el poder sigue siendo el fin último, desde el inicio de las mafias en el siglo XIX, explica Ciconte. Más viejas que el mismo Estado italiano, nacen del violento proceso sureño de “traspaso del feudalismo al capitalismo”: la criminalidad se organiza, impone sus propias leyes mezclando cultura popular y códigos de las sociedades secretas. Una fórmula explosiva que logra mutar y reproducirse al compás de la historia y el “progreso” de uno de los países más industrializados del mundo.
Network transnacional. Los especialistas explican que las mafias italianas hoy encuentran el éxito en la mezcla tradición-modernidad. “Buscan mantener sus viejas estrategias culturales, los símbolos, “valores” y rituales, que generan un sentido de pertenencia religioso. Y unirlos a la nueva dimensión globalizada de los negocios y la actividad financiera sin control”, explica a PERFIL la socióloga Mónica Massari. El modo de actuar cambia estratégicamente, según el contexto.
En los territorios tradicionales de Sicilia, Calabria y Campania, mantienen un control coercitivo y siguen con los clásicos “negocios” de extorsión, contrabando y drogas. Aparte del lavado de dinero en nuevos sectores como la construcción, la recolección de basura y la salud. Todo facilitado por el aumento de la infiltración de hombres relacionados con las mafias en las instituciones políticas de aquellas zonas, afirma en diálogo con PERFIL Laura Garavini, diputada que conforma la Comisión Parlamentaria Antimafia. Los números que reflejan la presencia mafiosa en esas regiones son escalofriantes: para la “industria criminal” trabaja el 27 por ciento de los habitantes de Calabria, el 12 por ciento de los pobladores de Campania y el 10 por ciento de los sicilianos, según datos del informe de la Dirección Investigativa Antimafia. En cambio, a nivel nacional y en los territorios no tradicionales del centro-norte del país, “las mafias no recurren a la violencia ni a la extorsión, porque desean pasar desapercibidos; cuando se tiene mucho dinero alcanza con comprar a las personas, sin necesidad de amenazarlas”, sostiene en diálogo con PERFIL Lorenzo Frigerio, referente en la región norteña Lombardía de la reconocida ONG antimafia Libera.
Si en el norte de Italia pasan desapercibidas, en el mundo son invisibles. Pero con un poder enorme: son esenciales para el crimen organizado transnacional. “La N’Drangheta es la reina del narcotráfico en Europa”, afirma Ciconte. Se ha detectado presencia de la mafia calabresa en 19 países de los cinco continentes; Argentina incluida, utilizada como plataforma de exportación para el narcotráfico (ver recuadro). Desde el puerto de Nápoles la Camorra maneja gran parte de la entrada a Italia y Europa de productos chinos contrabandeados, falsos y originales, constata el fiscal Grasso. Una operación del FBI del año pasado demuestra que una empresa constructora ligada a Cosa Nostra y a su par estadounidense, había logrado infiltrarse y participar de la reconstrucción de Ground Zero en Nueva York. La prostitución y la trata de personas en Italia son gestionadas por mafias extranjeras con el aval, incluido el “alquiler” de las calles, de las organizaciones criminales italianas.
“En estos complejos entramados también se observa una participación de grupos terroristas”, explica el fiscal nacional antimafia. Cita una investigación reciente: los narcos colombianos venden cocaína a ETA, la organización terrorista vasca, que usa la droga para intercambiarla por armas con la Camorra, que a su vez consigue las armas en países ex soviéticos, a través de mafias locales. in embargo, es la zona gris la que ha crecido exponencialmente. La mezcla y yuxtaposición entre lícito e ilícito. La globalización lo facilita. “Hoy, frente a la ofensiva judicial y el inédito rechazo de la sociedad civil incluso a través de grandes manifestaciones y asociaciones, la mafia activa nuevos recursos, infiltrándose en la política y la economía oficiales. Aprovecha lo fácil que es reciclar dinero por el mundo; de hecho es en su dimensión internacional que está más involucrada en el ámbito empresarial”, sostiene la socióloga Massari.
Mientras las mafias se modernizaron generando redes eficaces, los Estados, que deben enfrentarlas, no. “El motivo es simple: las organizaciones criminales tienen un enorme interés económico en esta ‘unión’, en cambio, la coordinación internacional de la lucha contra la mafia está basada en un interés político y moral, generalmente menos atractivo que el lucro”, sintetiza Grasso. Y agrega que, sin embargo, habrá que encontrar el estímulo, “porque para enfrentar este fenómeno necesitamos una cooperación seria, que cree controles y una legislación uniforme que permitan el secuestro patrimonial mafioso internacional. Si detenemos al capo, se reemplaza. Lo efectivo es golpearlos en los bolsillos”.
Para erradicar el fenómeno mafioso italiano “tenemos que romper el círculo vicioso que incluye instituciones, mafia y desarrollo socioeconómico en los territorios tradicionales, donde tienen sus raíces”, explica la diputada Garavini. Los mafiosos tienen a sus hombres en la administración pública, manejan dinero estatal y determinan los concursos a dedo, para alimentar empresas mafiosas o semimafiosas, eliminando a las empresas sanas y la posibilidad de un verdadero desarrollo productivo del sur italiano. Lorenzo Frigerio, representante de la principal asociación antimafia italiana, afirma que “la cuestión de fondo es transmitir desde la infancia una cultura de la legalidad. Por eso Libera se dedica tanto a la escuela, la universidad y a informar a toda la población sobre el tema”.
También Garavini plantea ir a la raíz del asunto: “Hay que dejar de pensar que los políticos, los jueces y la Policía son los únicos responsables. Todos tenemos que comprometernos en esta lucha”.
*Desde Bologna.