—¿El populismo es ecléctico?
—Sí, porque se adecua a las circunstancias. Consumió todos los recursos que había. Recordemos que la Argentina tuvo una depresión económica que le hizo perder 20 puntos del PBI desde octubre del 98 hasta mayo de 2002, y rebotó hasta 2005. Y después tenía un tipo de cambio que era como tenerlo ahora a 80. Había heredado superávit fiscal y un tipo de cambio hipercompetitivo. Y después vino la soja. Cuando la crisis de 2009 le agota la soja, elige financiarse con los fondos de pensión, los toma y genera esa deuda a veinte años. Cuando eso se le acaba, elige financiarse con las reservas del Banco Central. Año y medio, teníamos cepo. Cuando eso se acaba, elige financiarse con emisión. Entonces fue...
—¿Consumirse futuro?
—Financiándose con una deuda futura cada vez más tan poco rigurosa que te la cobraban al año siguiente en lugar de dentro de veinte años. Y así terminamos, con una economía que no creció durante los dos mandatos de Cristina.
—Por ese eclecticismo del populismo, y de Cristina Kirchner, ¿podría ser en una eventual nueva presidencia que haya otra Cristina Kirchner y se adapte a las condiciones que hoy la economía permite?
—Sí porque, como dice Andrés Malamud, el populismo solo es posible cuando hay plata. Y la Argentina hoy no tiene plata. Y creo que ella, como decís, tiene capacidad de cambiar sin rumbo muchas veces a lo largo de su período, por lo cual podría hacerlo perfectamente adelante. No leí el libro de Cristina, pero no me dicen que muestre una diferencia de lo que pensaba cuando era presidenta. Y hay un condimento adicional: para cambiar debería rodearse de otra gente, y no la veo rodeada de otra gente.
—¿Encontrás alguna diferencia entre el Alberto Fernández que te llevó a vos al gobierno de la primera presidencia y el actual que pueda permitir entender si Cristina fue cambiando?
—Cuando Alberto Fernández me llamó para invitarme a ser parte del gobierno, me dijo que De Vido se iba en junio, que Moreno se iba en marzo.
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—Y seríamos Alemania.
—Y él creía que iba a tener mucho peso en ese gobierno. Como yo me la pasé peleándome dentro de ese gobierno, hubo un día que le echaron al vicecanciller, a Roberto García Moritán. Jorge Taiana me convocó a Cancillería y me dijo: “¿Qué está pasando?”. Yo le di mi interpretación, que Alberto Fernández pensaba que la pelea era entre él y Julio De Vido, y que la pelea era con Néstor Kirchner. Tanto es así, que terminó renunciando tres o cuatro meses después. Y se volvió muy crítico de Cristina Fernández de Kirchner. Hoy hay puntos en común con el Alberto Fernández de antes, quizá pueda manejar el proceso que encare Cristina Fernández de Kirchner.
—¿Repite el error, cree que puede?
—Sí... O cambió mucho de opinión porque, insisto, fue muy muy crítico de Cristina Fernández de Kirchner, de Kicillof, y hoy lo veo defendiendo eso.
—Cuando te convocó, ¿te transmitió alguna preocupación sobre la corrupción?
—No explícitamente. Pero creo que la pelea con De Vido englobaba también eso.