Sergio Massa se impuso por más de 10 puntos en la provincia de Buenos Aires y se convirtió en el principal exponente de la transformación política que atraviesa a la Argentina en el segundo año de gobierno de Cristina Kirchner. No fue el único signo de cambio. La oposición triunfó en los principales distritos del país y dejó en evidencia el fin de la hegemonía del kirchnerismo.
El Frente para la Victoria se mantuvo ayer como la fuerza más votada en todo el país, y conserva además una ajustada mayoría parlamentaria. Pero la falta de un sucesor claro y el golpe político que significa el resultado electoral avizora movimientos que volverán impredecible el escenario político. El 32% de los votos que recibieron las listas del kirchnerismo y sus aliados significa un piso de votos similar al que consiguieron en 2009, la que era hasta ahora su peor elección histórica.
Las urnas dejaron varios ganadores por todo el país, muchos con claras aspiraciones presidenciales. Pero ninguno tiene el camino allanado para suceder a Cristina Kirchner en 2015. Massa se coronó con una ventaja de casi doce puntos por sobre el kirchnerismo en el principal distrito del país. Pero como no goza por ahora del acompañamiento de los gobernadores peronistas le falta una estructura nacional que lo respalde.
En la situación contraria está Daniel Scioli: es bien visto por sus pares del peronismo como un eventual sucesor de la Presidenta y conserva todavía una considerable imagen positiva en todo el país, pero ayer fue uno de los padres de la derrota de Martín Insaurralde en la Provincia. Además, en el bunker del Frente para la Victoria estuvo eclipsado por el vicepresidente Amado Boudou y el jefe de Gabinete, Juan Abal Medina, que acapararon los micrófonos.
La elección estuvo marcada por la ausencia de Cristina Kirchner por sus problemas de salud, que todavía agregan un condimento de incertidumbre mayor el escenario político. Ayer, Boudou anticipó que la mandataria se prepara “para volver con toda la fuerza”. Estas tres semanas con la Presidenta corrida de la escena política también dejaron en evidencia que no hay nadie en el Gobierno que cuente con el consenso suficiente para tomar la posta. El vicepresidente recibe críticas desde diversos sectores, pero ayer fue protagonista central en el bunker. Varios ministros mostraron intenciones de tomar vuelo propio, pero por ahora todos vuelan bajo. Sergio Urribarri había sido impulsado como eventual jefe de Gabinete para así levantar el perfil, pero ayer debió compartir cartel en el acto kirchnerista con el chaqueño Jorge Capitanich, que al igual que él fue conectado vía teleconferencia.
El escenario de dispersión sólo se rompe al analizar la hegemonía que el peronismo adquiere en el escenario político. En ambas cámaras del Congreso, los legisladores de esa extracción alcanzan casi los dos tercios. En por lo menos 16 provincias los triunfos fueron del kirchnerismo o del peronismo disidente. Esa lectura es la que genera que en el mundo político exista cierto consenso de que el encargado de gobernar el país a partir de 2015 provendrá del variopinto universo que hoy componen los herederos de Juan Perón.
Una cruda pelea entre los sectores del peronismo es lo que puede acrecentar las perspectivas de los sectores no peronistas, que ayer lograron triunfar en tres de los distritos más importantes: el macrismo en la Ciudad de Buenos Aires, el socialismo en Santa Fe y el radicalismo en Mendoza. Sus principales referentes son Mauricio Macri, Hermes Binner y Julio Cobos, que se posicionan como tres claros ganadores de la jornada electoral.
Radicales, socialistas y demás fuerzas afines podrán mostrar los triunfos en seis provincias (Santa Fe, Mendoza, Santa Cruz, Corrientes, Catamarca y Jujuy) y la consolidación como el segundo espacio más votado del país. Las dificultades de sus principales dirigentes para posicionarse en la opinión pública con posibles presidentes son la principal traba que se le aparece en el camino. Macri, por el contrario, tiene mayor niveles de aceptación pública pero adolece de una estructura nacional que lo potencie.
Las urnas hablaron y dejaron un contundente mensaje. Hay olor a fin de ciclo, pero con dos años por delante todavía nadie puede ponerse el traje para arrancar uno nuevo.