“Me quieren hacer quedar como que soy el presidente de Corea atacando al mundo”, fue la frase que Sebastián Romero dijo al mirar su imagen una y otra vez en la televisión disparando un mortero casero. Ahora, el dirigente del PTSU afronta una causa caratulada como “rebelión, lesiones y daños”, por la que podría tener una pena de hasta 15 años de prisión.
El martes, el rosarino todavía estaba en Buenos Aires junto a otros dirigentes sociales cuando, también por los canales de noticias, se enteró del pedido de detención. Marcó el teléfono del abogado que lo representaba como trabajador en el conflicto con General Motors y se reunió con él en el microcentro porteño.
“Estaba sorprendido de que por una imagen en la que aparece con una rama de un árbol con un fuego artificial hayan pedido su detención”, contó a este medio su abogado, Mario Villarreal. “Apelamos el rechazo a la exención de prisión y nos concedieron el recurso presentado, por lo que vamos a esperar el sorteo de la Cámara de Casación, y una vez que esté nos vamos a presentar para demostrar que no hay elementos para acusarlo y detenerlo”, detalló sobre quien fue candidato a legislador de la izquierda en 2015.
Según la defensa de este joven de 32 años, “lo que se ve en televisión es una imagen distorsionada”. “Es un fuego artificial de venta libre que lo único que produce es estruendo, sin capacidad de lesionar a nadie. Ese mismo día en la movilización hubo cerca de cincuenta petardos de la misma característica y no hubo ninguna persona lesionada.
Sebastián no arroja piedras, no rompe nada y no lastima a nadie. Lo que tiene en la mano es una rama encontrada en el lugar, a la que se le adhirió con cinta adhesiva el fuego de artificio, que es de venta libre”, argumentó Villarreal.
Sebastián había viajado desde Rosario a la Plaza del Congreso para protestar contra la reforma previsional que trató la Cámara de Diputados el mismo lunes por la mañana. Sus tres hermanas siguieron los hechos por los medios de comunicación y se contactaron con el abogado para entender lo que estaba pasando. La preocupación de la familia es la condena mediática, que, aseguran, se trasladó a las redes sociales: en el perfil de Sebastián en Facebook comenzaron a aparecer cientos de comentarios violentos hacia el dirigente.
Las hermanas repiten que él “no puede estar preso, toda la vida ayudó a la gente y fue sensible a los problemas sociales”. También les preocupa su futuro laboral en General Motors, donde trabajó en la producción durante 12 años, y el 31 de diciembre, junto a 350 trabajadores, se definirá su suerte en la empresa: tras los hechos del lunes, creen que podrían despedirlo.