Llegó caminando con una carpeta azul en la mano, sonriendo y pidiendo que los fotógrafos no le tomen imágenes. No como el empresario más poderoso de Santa Cruz. Como un hombre común. Como lo que busca mostrar. El director de su diario, Prensa Libre, lo aguardaba en el hotel Patagonia de Río Gallegos. Se mostró amable y tímido. Le molestó, sobre todo, ser fotografiado. “¿Para qué tantas fotos, chicos?”. Lázaro Báez estaba nervioso. No intentó disimularlo y repitió tres veces: “No soy una figura mediática”.
El hombre investigado por presunto lavado de dinero, y de operar como supuesto testaferro de Néstor Kirchner, se quitó una de sus clásicas camperas –no se le conocen muchas– y se puso los anteojos de lectura. Abrió la carpeta de cartón y dejó ver unas hojas con el comunicado oficial. Hizo una introducción, pausado, tenía todo impreso: “Bueno, buenas tardes. Gracias por venir a este encuentro organizado a último momento. Sepan disculpar mi falta de experiencia en estos casos. Pido perdón si me trabo al leer el comunicado. Pido disculpas por no contestar ninguna pregunta, pero por sugerencia de mis abogados se realizará luego de todas las presentaciones legales”.
—¿Presentaciones legales contra quién?
—Ya te vas a enterar, no te apures –le contestó a una periodista en la sala de conferencias del hotel.
Eligió, dijo, leer el comunicado personalmente porque lo “quieren mostrar como un hombre oscuro, dedicado a negocios turbios, que mi empresa se presta a lo mismo. Tenemos un origen cien por ciento legal”, acotó.
Su ostracismo, su rechazo a las apariciones públicas y en los medios, y su extremo bajo perfil, dice Baez, le están costando caro. “No haber aprendido a relacionarme con ustedes –dijo a los periodistas- es, creo, lo que me ha llevado a esta situación”.
De hecho, sus asesores de prensa en Bueno Aires intentaron acercar a Lázaro a los medios en el pasado. Organizaron encuentros y asados con contados periodistas de economía y política de medios gráficos para que el empresario comience a mostrarse lentamente como un hombre “transparente”, y no un émulo kirchnerista de Alfredo Yabrán, el oscuro pope empresarial de era menemista. Baez hizo incluso una mención tácita al ícono de la corrupción privada y la mafia organizada en los 90. Rechazó ayer las “comparaciones con personas que viven en la oscuridad, como a los que han mencionado en los distintos programas. Cosa que no corresponde, más allá de mi bajo perfil. Me dedico a mis empresas y a las actividades que desarrollo”.
Dijo estar “sorprendido por declaraciones en un medio local donde se me atribuye relación con la muerte de una persona que es muy caro a mis sentimientos”. Se refería a Victorio Gotti, el fundador de la primera constructora con la que Lázaro se hizo en los 90.
Enemigos. Sin nombrarlos, tampoco, apuntó al Grupo Clarín y al periodista Jorge Lanata, quien encabezó la investigación que hoy lo pone en el ojo de la tormenta: “En este momento me quieren utilizar y honestamente pido disculpas. Creo que no he podido encontrar una palabra mas adecuada que la de ‘forro’ para manchar el honor de un amigo como fue Néstor. No es de buena gente ensuciar a alguien que no puede defenderse y se murió peleando por mejorar la calidad de vida de los argentinos”.
“Por falta de conocimiento y por intencionalidad política se me acusa mediáticamente. Las empresas de las cuales soy accionista generan empleo en la provincia de Santa Cruz y están sujetas a todos los controles”, aseguró.
Nadie esperaba verlo llegar solo al primer encuentro en el que Lázaro daría la cara frente a las cámaras luego de ser durante una semana el blanco de una investigación que obligó a la Justicia a investigarlo, pero el empresario de la obra pública lo prefirió así. Su hijo Martín, heredero del imperio de la construcción, quedó en el medio de las acusaciones, cuando Federico Elaskar, titular de la financiera SGI, lo señaló como partícipe de las transacciones de 50 millones de euros en negro a sociedades en el exterior. “A los únicos a los que les quiero pedir perdón, en especial, es a mi familia”, aseguró ayer.
Lázaro dijo que Elaskar y Leandro Fariñas “son personas de dudosa credibilidad” y que sus dichos fueron “editados”.
Un hombre que conoce a Báez desde hace décadas lo había advertido el jueves en diálogo con PERFIL: “Lo que más le molesta de todo esto es la exposición de la familia, especialmente los hijos, y sobre todo, Martín, el heredero”, quien deberá manejar el emporio de Austral Construcciones y el resto de empresas de la construcción que Lázaro creó de la mano de Kirchner.
“Brindaré todas las explicaciones pertinentes ante la Justicia y accionaré legalmente contra los responsables de la maniobra. Ante la campaña difamatoria instalada en la opinión pública desde el programa televisivo Periodismo para Todos, rechazo en forma terminante todos los hechos y afirmaciones calumniosas que se le atribuyen en relación a supuestas operaciones financieras. Dichas imputaciones fueron promovidas sobre la base de la edición de versiones que habrían brindado personas de dudosa credibilidad”, agregó.
El diario de Lázaro envió cuatro periodistas para cubrir la conferencia. Exagerado pero no tanto: se trató del principal acontecimiento periodístico de Santa Cruz desde la muerte de Néstor K.
La versión santacruceña del comunicado que se repartió a los medios en la conferencia omite un párrafo que sí fue enviado en el comunicado a la prensa nacional: “Con relación a los viajes al Uruguay del avión matrícula LV – ZSZ, de la empresa Top Air, de la cual soy accionista, el mismo no es solamente de uso particular sino que está afectado a dicha empresa, dedicada al alquiler de taxis aéreos”. Además señala que durante el verano fue contratado “ por distintas personas o empresas” y menciona específicamente a las firmas American Jet, Refinadora y Consulgroup.