Desde que se conoció el fallo del juez Claudio Bonadio cada sector político intentó darle su propia lectura. Unos hablaron de persecución política. Otros, de independencia judicial. Pero en concreto, ¿a quién le conviene el fallo y sus consecuencias?
Lo más natural parece ser apuntar al Gobierno, como enemigo público de Cristina Kirchner. “Cortina de humo”, “intimidación”, términos utilizados por la expresidenta para disparar contra Mauricio Macri. Es cierto que la agenda política queda tapada momentáneamente. Hoy nadie habla de la polémica reforma previsional, que apunta a modificar la fórmula de movilidad jubilatoria. Pero la semana que viene empieza el debate en Diputados, que se extenderá, como mínimo, dos semanas. Los jubilados volverán a estar en el centro del debate.
Políticamente tampoco hay un beneficio para el Gobierno. Cristina viene de perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires. En el Senado quedará con un bloque de apenas 8 miembros. Aislada. Para Macri y compañía, la expresidenta es una garantía como legisladora: su oposición a todo lo que propongan facilita los acuerdos con otros sectores del peronismo, que no quieren quedar pegados a su mala imagen pública.
En ese contexto, Cristina vuelve a quedar en el centro de la escena, polarizando con Macri, donde más le gusta. Se victimiza, habla de persecución. Y consigue el respaldo de peronistas que hasta hace pocas horas no la querían ni mencionar.
Pero de ninguna manera puede ser ella la beneficiada por el fallo. Coherente o no, con sustento jurídico o no, hay una decisión de un juez federal que la acusa de “traición a la patria” por supuestamente encubrir a los iraníes acusados de ser los perpetradores del atentado a la AMIA, que en 1994 dejó 85 muertos. Una carátula que nadie quiere ver emparentada con su nombre.
¿Se beneficia Bonadio, en una hipotética búsqueda de protagonismo? Si así fuera, le salió mal. El fallo está aglutinando críticas desde diversos sectores políticos. Sobre todo por su decisión de pedir la prisión preventiva de Cristina apelando a que puede “entorpecer la investigación”. Difícil de explicar.
Un efecto del fallo fue lograr cierta cohesión en el peronismo, que salió a respaldarla casi en masa. Algo que anticipa el casi seguro naufragio del pedido de desafuero en el Senado. El peronismo, como hizo con Menem, seguramente va a esperar una “condena firme”, pero igual los senadores deberán pagar un costo político. Habría dos ex presidentes refugiados en la Cámara alta.
En ese punto, el Gobierno también se ve ante una encrucijada. Si impulsa el desafuero estaría respaldando una decisión de Bonadio que sienta un precedente controvertido. Si lo desactiva, también pagaría un costo político, sobre todo en parte de su electorado.
No está claro quién se beneficia con este fallo. Lo que sí queda claro es que la Argentina suma un papelón más en torno a la investigación del atentado a la AMIA, con 85 almas a las que sólo les queda reclamar memoria, porque la Justicia parece cada vez más inalcanzable.