Todos tenemos opinión sobre Milagro Sala. Para bien o para mal. Pero nadie puede avalar su detención por ejercer su derecho a expresarse y manifestarse. Fue detenida por peticionar a la autoridades.
Ahora el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, está presentando papeles para constituir una causa por defraudación, que busca desacreditarla como “corrupta y manipuladora de fondos públicos”.
El mandatario provincial ha dicho que no la quiso recibir porque “no estoy dispuesto a convalidar un gobierno paralelo”. Morales cortó por lo sano. Pidió su detención y la justicia apoyó la solicitud y el gobernador ordenó a la policía su arresto.
Una cosa es la denuncia de corrupción que deberá acreditar Morales; y otra, muy diferente, es la detención por manifestarse. El gobierno nacional mira para otro lado, los medios nacionales bajan el tamaño de los títulos sobre el tema y las protestas son de baja intensidad.
Llama la atención que dirigentes políticos como Sergio Massa o periodistas como Jorge Lanata hayan justificado la detención de la dirigente social, con el argumento de la perversión de los planes sociales.
Es de mala fe criticar a Milagro Sala por el supuesto mal manejo administrativo de su cooperativa para justificar su detención. Podemos estar en contra de su metodología y naturalmente de la corrupción, si la hubiera, pero nunca justificar la cárcel y meterla presa por sus reclamos.
Se sienta un mal precedente en nuestro país si se encarcela a los opositores que se manifiestan.
(*) Dirigente del Movimiento Cultural Patria Grande