Néstor Kirchner recorrió hoy barrios humildes de Avellaneda, participó en la inauguración de obras, defendió su gestión y descartó de plano una posible devaluación del peso, tal como lo piden ciertos sectores empresariales. "Estamos locos si hacemos eso", aseguró el ex presidente y candidato a diputado por el Frente para la Victoria.
Luego de pasar por el centro de Avellaneda, Kirchner encabezó una movilización de alrededor de dos mil personas, organizada por el PJ de esa ciudad y otras agrupaciones de centroizquierda aliadas al oficialismo, que se desplazó por barrios del sur de ese distrito.
"No, estamos locos si hacemos eso", respondió Kirchner a la agencia DyN. El ex presidente participó de la inauguración de una escuela para niños con capacidades especiales, y allí estuvo acompañado por el intendente local, Baldomero Alvarez de Olivera, y el jefe de Gabinete de la provincia, Alberto Pérez.
Antes de llegar a la escuela especial, Kirchner celebró la posibilidad de que Hilda Molina pueda viajar desde Cuba a la Argentina, al afirmar: "Estoy muy contento como ciudadano argentino".
Allí un grupo de médicos residentes del hospital Fiorito levantaron pancartas en la que pedían "aumento de sueldos", "basta de explotación" y el pago de horas extras, reclamos destinados especialmente a los funcionarios de Daniel Scioli que se encontraban en el acto.
En los breves contactos con los periodistas, Kirchner, con calma y sin los énfasis de principio de semana, se dedicó a defender su gestión y la de su esposa: "Establecimos el 6 por ciento del Producto Bruto para educación" e insistió que ahora se viene el debate por la ley de educación superior.
El intendente de Avellaneda, en nombre del presidente de Independiente, Julio Comparada, invitó a Kirchner para que en septiembre participe en la inauguración del remodelado estadio de ese club, entre bromas, a raíz de que el ex presidente es hincha de Racing.
Luego, con la camisa, la corbata y el saco desacomodados, desde un bar, se le alcanzó un pingüino marrón hasta el pico con vino tinto. Kirchner aprovechó el convite, brindó, se abrazó con los parroquianos y continuó la marcha por ese barrio, en el que conviven viviendas construidas recientemente con galpones de fábricas que algunas vez seguramente estaban llenas por el calor de trabajadores.
