El chirrido de una motosierra acalla la voz de Emilio Herrera Molina, miembro del tribunal que el 11 de diciembre pasado absolvió por unanimidad a los 13 imputados del secuestro y la promoción de la prostitución de Marita Verón. Un motociclista acaba de morir aplastado por un árbol, justo bajo la ventana de su despacho. "Eso es mala suerte", opina el juez este viernes sin mayas ni fin del mundo.
Aunque aquel accidente demuestre que siempre se puede estar peor, el staff de la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán tiene preocupaciones de sobra. Mientras los Tribunales cierran 2012, Herrera Molina y sus pares Alberto Piedrabuena y Eduardo Romero Lascano deliberan sobre a quién contratarán para que los defienda en el juicio político que se avecina. Susana Trimarco, la todopoderosa madre de Marita, ha pedido sus cabezas y el Gobierno de José Alperovich parece dispuesto a entregárselas.
"Venimos de diez meses de juicio oral... Hemos vivido un infierno", confiesa a PERFIL Herrera Molina, de 69 años. Y añade: "Lo más fácil era condenar, pero esto iba en contra de nuestras convicciones. Aquí nos tomamos en serio el Estado de derecho".
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