No califica para club de la pelea porque las discusiones, por ahora, se dan sin sangre. Pero incluyen desbordes y descalificaciones, en un mailing que acumula cruces picantes. Al Club Político Argentino todavía le cuesta procesar la caída del macrismo.
Dentro del grupo de intelectuales creado en 2008, crecen las voces críticas por la cercanía con Cambiemos. También circulan otros malestares: desde cuestionamientos por el verticalismo de la conducción hasta indignación por el tono soez de los debates.
El CPA cuenta con unos 250 académicos, abogados, sociólogos, economistas, politólogos y periodistas, más algunos ex funcionarios macristas. Los más vinculados al gobierno anterior son el ex ministro Pablo Avelluto y el consultor Jaime Duran Barba. Su presidenta es Graciela Fernández Meijide.
En el lapso del último año, 26 personas abandonaron el club: dejaron de pagar los 400 pesos mensuales de cuota y se corrieron de las charlas y encuentros. Se trató de un éxodo por goteo del 10% de sus integrantes.
En las últimas semanas, la fuga se aceleró: la radical Elva Roulet (ex vicegobernadora bonaerense de Alejandro Armendáriz), la ex legisladora Marta Oyhanarte, el economista Javier González Fraga y el diplomático Juan Archibaldo Lanús presentaron la renuncia.
“Lo mío no fue por la cercanía con Macri. Me fui porque dejó de ser un ámbito de reflexiones responsables. Se transformó en un lugar de charla infinitas sobre cualquier cosa, hechas de forma inadecuada”, afirma Roulet. La dirigente se lamenta: “Algunos usaban un lenguaje soez, chabacano y hasta grosero”.
Oyhanarte abandonó el grupo a través de un mail abierto. “En el balance gana la energía tóxica que circula en interminables intercambios plagados de descalificaciones, despecho y agresiones. Esto ha colmado mi capacidad de asombro –que es mucha– y siento que es un límite para mi continuidad en este espacio”, expuso.
Con perfil bajísimo desde hace años, Oyhanarte sumó un cruce posterior con Meijide: cuando la ex ministra aliancista lamentó que tomara esa “decisión personal”, le respondió que, en verdad, se trataba de un tema “institucional”.
La presidenta del CPA les resta importancia a las renuncias. “Así como ingresa gente, hay otra que se va. Es cierto que existen diferencias y a veces las discusiones son fuertes. Quizás algunos entraron pensando que era un camino hacia la fama o el prestigio”, aclara. Sobre la afinidad con el macrismo como motivo de discordia, Meijide lo relativiza: “Acá hay de todo. Aunque es real que no fuimos exitosos en incorporar gente cercana al kirchnerismo”.
Sobre el final del ciclo de Cambiemos, se potenciaron los choques de miradas en el CPA. El punto de quiebre llegó en marzo pasado: por primera vez en más de diez años, se presentaron dos listas para competir por la conducción.
El historiador Eduardo Lazzari sacó 50 votos, contra 100 de la lista encabezada por Meijide. “Es preocupante la merma de socios. El club tiene que mejorar el procesamiento de sus disidencias. Porque sigue siendo la única institución con una visión plural”, opina Lazzari. Y Ariza coincide: “No se ha puesto énfasis en la ‘ampliación del campo ideológico admitido’. Hay rechazos violentos sobre opiniones que deberían ser asumidas y debatidas, no solo toleradas e ignoradas”.