Antipatía o aversión hacia algo o alguien cuyo mal se desea. Así define la palabra odio el Diccionario de la Real Academia Española. Y es esa sensación la que expresan muchas mujeres argentinas hacia la primera presidenta electa de la historia nacional. Cristina Fernández de Kirchner despierta sentimientos encontrados en el electorado femenino, casi sin término medio.
A Cristina se la critica por muchas cosas. El bótox es una de ellas. Y aun señoras que aceptarían hacerse una cirugía o ven con buenos ojos que la actriz del momento se haga un refreshing consideran inaceptable que una mujer en el Sillón de Rivadavia modifique su apariencia. También se suman las joyas, la ropa o las carteras Louis Vuitton. Se duda de su título de abogada. Molesta su tono de voz al estilo “maestra ciruela”. Se dice que es soberbia o déspota. Y la lista sigue. La pregunta es cuántos de estos reproches tienen que ver con que Cristina K es mujer.
Carmen Colazo, consultora en género y magíster en Sociología, busca una respuesta. “La experiencia demuestra que en general las mujeres tiene un voto y posturas culturalmente muy conservadoras. No es raro que esto sea así. Tiene que ver con la asignación de género como guardianas y transmisoras de la cultura patriarcal. No hay término medio: o muy progresistas o muy conservadoras”.
Para leer la nota completa , ingrese al suplemento El Observador , en la edición impresa del Diario Perfil .