A no agrandarnos. Que la tristeza brasileña no tenga fin, se comprende. A un penta campeón le duele cinco veces más. Pero a nosotros ¿qué? Lo nuestro da para disgusto de cuarto de hora y poco más. Al contrario: habría que celebrar haber llegado a "octavos" con un combo surrealista y un director de técnica bipolar. Este desequilibrio nos perdió. Para colmo algunos pícaros inflaron el evento especulando que saliendo "gallo" la Copa ayudaría a la Urna. Pero salió "gallareta", la Copa se cayó y ahora desesperan recogiendo de apuro tanta vela publicitaria al cuete.
Quien lo piense acordará que lo del Mundial no es para tanto. A nuestros 23 "selectos" regresados de Africa no les sucedió nada original. Tampoco una tragedia. En Nuestra Selección Política hay casi mil "s/electos" que fracasan cada 4 años y no provocan una tristeza nacional de este calibre. Sucede que tenemos mal ecualizadas las emociones y algo peor las reflexiones Y así nos va la historia En medio de empates y chicanas que demoran el celebrar la victoria de todos a la vez. Bien que nos haría sacudirnos esta inflacionada tristeza futbolera y pasar a sentir una rabiosa, operativa tristeza, por chicos sin futuro, jovenes sin rumbo y ancianos a la intemperie.
¿Y si ahora usáramos las gigantes pantallas de plasma para mostrar el desarrollo real de nuestra vida social? Veinte años atrás los ingleses informaban desde lo alto de la Torre de Londres con brillantes números gigantes a cuanto ascendía cada día el número de sus desocupados. Hoy mismo, en Tokio, una pantalla diez veces más grande que la del Obelisco preavisa en grilla multicolor (con 20 minutos) el posible arribo de un terremoto o un maremoto. ¿Qué impide, entonces, ocuparlas ahora para informar en grande, bien "a lo bestia", del real Indec, de la genuina o no obra social en curso y de la cierta o incierta corrupción? Apreciar la marcha y resultados del partido que juegan 40 millones de argentinos sería, sin dudas, más edificante que contemplar por millonésina vez el rostro de un Maradona en pasmo. Dando a diario la lista de goles obtenidos (si los hubiese) y también los fouls, la mala leche y sobre todo lo que sucede "en el vestuario" del Poder. Mostrando, por caso, cómo fue y quién tramó en su momento "sacar de la cancha a Enrique Olivera" con el cuento de que tenía dinero raro en el exterior. O no hace mucho, atribuyendo falta similar al senador Luis Juez, lo que se comprobó (también) que era falso. Y tantos enjuagues más y embelecos más que ocultan los arcones de los plenos poderes.
Puede que acabado el Mundial se elevara la petición popular de utilizar de ahora en más las pantallas gigantes para eso. Bastaría con que de a uno, de a pocos, de a muchos, o de a todos, nos involucráramos en los asuntos "intimos" del país y lo reclamáramos a quien o quienes corresponda. Por ejemplo: 1/ Dado que el gobierno sostiene que hay menos pobres/indigentes y la oposición que más ¿cuándo tendremos la cifra real? 2/ ¿Qué de ecuánime o no será el reparto de los 12.000 millones de pesos asignados como ayuda a las provincias siendo que el propio Néstor K. dispondrá ese destino? De llegar a distribuirlos según su interés político ¿no se trataría de un flagrante fraude electoral ¡un año antes de los comicios!? 3/ Siendo que en nuestra política hay espacios nuevos que ocupan hombres viejos, ¿qué partidos liquidarán su politburo en alcanfor? 4/¿Qué usos y costumbres han de aplicar el peronismo y el radicalismo para efectivizar lo que denominan "trasvase generacional"?. Y 5/¿Cuándo pasarán en nuestro país a ser menos, los que están de más?. (De vivir cada día inquietos por conocer este tipo de respuestas, nuestra alegría (y no la tristeza del fútbol) no tendría fin)
(*) Especial para Perfil.com