El Gobierno arranca el año electoral con un desafío particular: hallar un mensaje para transmitirle al electorado y convencerlo de ir por una reelección luego de tres años de gestión que vienen dejando una economía general e individual muy golpeada. La expectativa del cambio, que hizo mella en 2015, no podrá aplicarse en 2019. Por eso, los equipos de Cambiemos ya piensan en un concepto para convencer, sobre todo a los desencantados: “Que el esfuerzo hecho valga la pena”.
Esa consigna, que se viene escuchando en el primer piso de la Casa Rosada, tiene un doble significado. Por un lado, apunta a transmitir que todas las malas noticias económicas tienen su justificación en la herencia recibida y que luego de las correcciones realizadas todo irá mejorando. En plena campaña 2017, el Gobierno repetía que lo peor ya había pasado; habrá que ver si la sociedad vuelve a creer.
El segundo significado remite a la tan mentada polarización: el riesgo a que vuelva Cristina Kirchner. En el Gobierno dicen que apenas asumido Macri “no había un mandato social para avanzar con fuertes reformas económicas”, por lo que no había margen para aplicar las políticas de shock que ahora el mercado ‘obligó’ a tomar. “Hoy hay más argentinos que tomaron conciencia”, señala uno de los funcionarios que tiene diálogo permanente con el Presidente. Pero también reconoce: “Los argentinos todavía están golpeados y después de un año muy malo lo que nos salva es Cristina”. El temor a que vuelva la ex presidenta es lo que le permite al Gobierno hablarles a los desencantados.
“En 2015 había un tercio que quería cambio político y económico, otro solo político y el tercero que no cambie nada”, describen en Cambiemos. El primero es el núcleo duro, ese 35% (con margen de error) que aprueba la gestión. El segundo es al que le apunta el mensaje de hacer valer los esfuerzos.
Sacrificio. El interrogante que los analistas buscan develar es hasta qué punto el electorado estará dispuesto a aguantar ese esfuerzo y renovar su voto. Una inflación que les ganó con fuerza a los salarios en 2016 y 2017. Aumentos de tarifas que se calculan en 1.317% para la luz, 708% para el gas y 486% para el agua. A pesar de esos números, todas las encuestas muestran a Macri con importantes chances de ser reelecto el año próximo. Para Aresco subió 3 puntos la imagen positiva; para Luis Costa, 5 puntos; Opina Argentina, entre 5 y 6 puntos; Poliarquía, 6 puntos; Isonomía, 9 puntos.
La cumbre del G20; la estabilidad del dólar después del overshooting de septiembre; el leve retroceso de la inflación; los bonos de fin de año; y el protocolo para uso de armas de fuego. Con todo ese combo se puede intentar entender el alza en la imagen presidencial.
Pero en la Rosada intentan contener su habitual optimismo porque saben que la economía sigue con respirador artificial. Y están convencidos de que para tener éxito electoral no necesitan una economía recuperada, sino que al menos dé señales de estar en vías de mejorar.
Son las famosas expectativas, que se derrumbaron este año y a las que el Gobierno intentará fortalecer durante 2019. Las últimas encuestas también le dan buenas señales en ese sentido. Federico Aurelio, de Aresco, ve un crecimiento de 6 puntos en las perspectivas positivas (de 34% a 40%), aunque las negativas siguen más arriba (50%). Luis Costa, en cambio, detectó un alza de 8 puntos y por primera vez en el año la positiva supera a la negativa (42 a 38).
Para que esa curva se mantenga en ascenso la mira de la Rosada está puesta en el dólar y la inflación. Son las dos variables que, consideran, podrán dar certidumbre de que el futuro puede ser mejor a pesar de que los bolsillos estén más flacos. Y así, apuestan a convencer a sus votantes de que “el esfuerzo tiene que valer la pena”.
Apuesta por tres distritos ‘grandes’
Bajo el paraguas del desdoblamiento electoral en la mayoría de las provincias con respecto a los comicios nacionales, el oficialismo comenzó a posar su mirada – y acaso sus primeros esfuerzos – en tres provincias que no domina y donde pretende ganar en 2019. Se trata de Córdoba, Tucumán y Santa Fe, las dos primeras dominadas por el peronismo y la otra por el socialismo.
En las primeras reuniones de la mesa preelectoral, que animan el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; el senador Humberto Schiavoni; el secretario general del PRO, Francisco Quintana, y el viceministro político del Interior, Sebastián García de Luca, entre otros, las tres provincias ocuparon buena parte de la discusión sobre las estrategias a seguir en cada una. En particular, por dos motivos centrales: son tres de las provincias con mayor caudal electoral dentro de las que no gobierna Cambiemos y, en segundo lugar, el oficialismo cree que puede ganarlas. Por ello, en diciembre el jefe del bloque radical en Diputados, Mario Negri, lanzó su precandidatura a gobernador de Córdoba y hasta se evalúa una fórmula con el ex árbitro Héctor Baldassi. Ramón Mestre también quiere jugar y pide a gritos una interna. En la Rosada no se decidieron aún y hay miradas encontradas.
En Santa Fe, pese los deseos del diputado provincial Federico Angelini (logró saltar rápidamente de Recrear al peñismo duro), el intendente de Santa Fe, el radical José Corral, es quien cuenta con mayores chances de ser candidato. Dependerá allí si el PJ va dividido o se alinea detrás del senador Omar Perotti para saber si Cambiemos tiene posibilidades reales de llegar a la gobernación. En Tucumán ya hay tres precandidatos: el peronista Domingo Amaya, Alfonso Prat Gay y el diputado radical José Cano. En el oficialismo aseguranque las encuestas mandarán y que allí no habrá internas.