Aunque en estos días estuvo más confiado que nunca, Mauricio Macri no tiene pensado abandonar la política. En caso de perder el ballottage, su máxima apuesta sería ser el jefe de la oposición no peronista y esperar al 2017.
En ese caso contaría con dos gobiernos fuertes y visibles, el de la Ciudad con Horacio Rodríguez Larreta y la Provincia con María Eugenia Vidal, y una estructura férrea de diputados, intendentes y legisladores por todo el país para poder sostener el PRO.
Seguramente se tomaría un par de meses sabáticos, pero en la mente de ningún dirigente macrista está la posibilidad de que deje la política. Es más: cuando aún las encuestas no le sonreían, varios de sus funcionarios de confianza ya especulaban con una candidatura en dos años, ya sea como senador por la Provincia o diputado por la Ciudad.
El líder del PRO ingresó a la política recién en 2002.
Daniel Scioli nunca mencionó la posibilidad de perder, ni siquiera ante sus más íntimos. Nunca habló sobre su futuro en caso de no ganar, pero en su equipo dan algunas pistas.
Primero, deberá sortear que lo bauticen como “el padre de la derrota”. En su entorno aseguran que si hay un resultado adverso, no será culpa de él. Y miran al kirchnerismo. “Si la gente elige a Mauricio Macri es porque sea cual sea el candidato del oficialismo, ninguno hubiera ganado”.
A pesar de una posible derrota, no lo ven recluido en su casa de Villa La Ñata. “En seis meses, cuando la economía se derrumbe, Scioli va a volver a estar en todos los canales con sus frases de esta campaña en donde anunciaba lo que se iba a venir. La gente le va a pedir que no deje la política”, dicen sin perder el optimismo.