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Rhasa, una empresa que vivió de todos los gobiernos

La empresa de Horacio Sambucetti aprovechó una privatización hecha por Carlos Menem. Un cóctel con deudas millonarias, causas por evasión impositiva y negocios con Enarsa-PDVSA.

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Horacio Sambucetti es un empresario petrolero con antecedentes controvertidos. En la década de los ’90 estuvo involucrado en un escándalo por una supuesta evasión millonaria de impuestos, que incluyó un pedido de captura, que lo obligó a estar prófugo de la Justicia. Sus empresas tienen deudas millonarias con el fisco nacional y provincial y múltiples acreedores en el sector privado. Maneja la petrolera Rutilex Hidrocarburos Argentinos S.A. (RHASA), eje del intento fallido de Néstor Kirchner para crear una energética binacional en sociedad con Hugo Chávez.

La piedra fundacional del negocio familiar la puso Jorge Sambucetti, padre de Horacio, ya fallecido. Con una humilde flota de camiones, revendía combustible a barcos en el Puerto de Buenos Aires. El negocio anduvo bien y, en los ’90, la venta de empresas del Estado le dio su gran oportunidad.

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El Gobierno de Carlos Menem había decidido que la “Fábrica Militar de Tolueno”, ubicada en la localidad bonaerense de Campana, debía pasar a manos privadas. Pero encontró escaso interés entre las petroleras ya instaladas.

Con 90 hectáreas de superficie, una destilería de petróleo y una envidiable infraestructura para almacenamiento de combustibles, el padre de Horacio Sambucetti logró hacerse con el predio. Ahí creó RHASA.

La principal actividad de la empresa era el alquiler de los tanques de almacenaje, pero poco después la firma se inclinó por mezclar nafta virgen y crear una red de estaciones de servicio propia. Fueron 150 estaciones embanderadas con el color rojo de la firma. Hasta que llegaron los problemas.

En 1999 la empresa quedó en el centro de un escándalo por una supuesta evasión millonaria de impuestos. La maniobra fue detectada por la Aduana de Campana, y la Justicia Federal ordenó la detención de todos los denunciados, incluyendo a Jorge, Horacio y Fabián Sambucetti.

Ninguno de ellos pisó la cárcel por este episodio, porque permanecieron prófugos hasta que se anularon las órdenes de captura. El siguiente golpe que sufrieron se lo pegó la pesificación de 2002, ya que RHASA importaba gran parte de sus insumos. La petrolera de los Sambucetti pasaba uno de sus peores momentos. Pero la resurrección llegaría con la administración kirchnerista.

Hacia 2004, la empresa estaba casi fundida, con deudas millonarias y una poca feliz fama producto de los resonantes problemas judiciales. A pesar de ello, y de la mano del ministro de Planificación, Julio De Vido, obtuvo jugosos contratos de la empresa estatal Enarsa.

La empresa energética creada por Néstor Kirchner nació sin infraestructura propia, y las privilegiadas instalaciones de RHASA en Campana resultaron funcionales.

En los últimos cuatro años, el Gobierno anunció varias veces que Enarsa –junto con la venezolana PDVSA- comprarían RHASA. Pero esa promocionada operación nunca se concretó: lo único que hizo el Estado argentino fue alquilar las instalaciones de la compañía de Sambucetti. En enero del 2007 se informó que la sociedad Enarsa-PDVSA alquilaría la petrolera de Sambucetti, por US$ 1,3 millón por mes. Y se anunció con entusiasmo que en el 2008 iban a tener la opción de comprarla. Sin embargo, se venció el plazo y la compra no se concretó.

Fuente: Diario Perfil