"¿Y si Cristina se juega por Randazzo a último momento?", alertó un dirigente sciolista. "Si hace eso, estalla el PJ en mil pedazos", cerró un intendente del PJ bonaerense. El breve diálogo resume las sensaciones por estas horas en el Frente para la Victoria, preocupado más por la incertidumbre que alimenta la Presidenta que por el crecimiento del rival de enfrente, Mauricio Macri.
A poco más de dos meses de las PASO presidenciales y a cinco de las elecciones, sólo un milagro político podría restablecer la hipótesis vigente hasta hace unas semanas, de que el próximo Presidente saldría de tres candidatos.
La sangría que sufrió y seguirá sufriendo el Frente Renovador permite por estas horas, con bastante certeza tratándose de Política, "el arte de lo posible", señalar que Sergio Massa está afuera de la discusión presidencial y que la disputa será entre Daniel Scioli y Mauricio Macri. Si Cristina lo permite.
El traje ultrakirchnerista que luce por estos días Scioli hay que atribuirlo al ejercicio del poder que ha conservado Cristina Fernández. Ni la inflación, ni la inseguridad ni la muerte del fiscal Alberto Nisman lograron debilitar el poder presidencial a un nivel en el que la cocina de las grandes decisiones pasara por otro lado.
Con poder aún y sin una gota de previsibilidad, nadie sabe qué hará Cristina con los precandidatos del espacio: sólo ella conoce los nombres que figurarán en el papel que el FPV presentará ante la Junta Electoral con los competidores presidenciales de agosto próximo. ¿Hay todavía dudas? Ni los hombres de Scioli ni lo de Randazzo tienen seguridad de nada.
Ni el sciolismo tiene absoluta certeza que la Presidenta no deje afuera a último momento al gobernador de la carrera presidencial, ni Randazzo tiene absoluta certeza que no vayan a bajarlo para exigirle, si es que es un verdadero "soldado" del proyecto, ir por la gobernación.
No obstante, resulta difícil de creer que la mandataria pueda bajar a Scioli. No es que el gobernador sea el líder emergente del neokirchnerismo, sino que es el mejor candidato que gobernadores e intendentes bonaerenses creen tener seguir en el poder. Sencillo.
Por eso una decisión audaz de esa índole pondría al PJ ortodoxo automáticamente en contra del gobierno y de la Presidenta. Nadie ve posible ese escenario. Pero nadie confía en Cristina.
En la vereda de enfrente, hay una mezcla de renovado optimismo con preocupación. La caída diaria de Massa con la fuga de su principal capital político, los intendentes, en la provincia donde el Frente Renovador había centrado toda su expectativa electoral, diluye su aspiración presidencial.
"Somos jóvenes" se le escuchó decir a Malena Galmarini. Aunque la misma frase emitió Massa bajo la hipótesis de que podría llegar a sacar un 20 por ciento de los votos y, con ese capital, proyectarse como protagonista después de diciembre. Ahora bien, si ese 20 por ciento de expectativa se reduce a 10 puntos o a un dígito debido a la previsible polarización entre Scioli y Macri en las generales, post PASO, la proyección del joven dirigente es otra, menos ambiciosa.
Ante ese panorama, Macri es optimista en quedarse con el segmento no peronista, o peronista antikirchnerista que hoy retiene con fórceps Massa. Sin embargo, la inquietud del PRO-UCR es el reverdecer del Peronismo. "No es que la oposición no lee lo que está pasando, es que la maquinaria del PJ se puso de pie y es un rival temible", razonó un operador macrista.
Con todo, consideran que con un 30 por ciento que Macri obtenga en la provincia de Buenos Aires, el actual jefe de gobierno porteño estaría en un balotaje en noviembre. Aunque en esa instancia, oficialismo y oposición comenzará otro partido, sin ningún asegurado.