POLITICA
Deja el perfil bajo y se muestra más

Santiago Caputo, el primer convencido del rumbo de Milei

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Peaky Blinders. Caputo gana protagonismo libertario. | cedoc

Hasta ahora Santiago Caputo se sentía cómodo moviéndose en la oscuridad. Nunca le había interesado mostrarse y se escondía en la timidez para explicar su bajo perfil. Pero en las últimas semanas la dirigencia política empezó a mirar distinto a este joven con cada vez mayor exposición y una importante cuota de poder. Esto tiene que ver con que, en sus casi veinte años trabajando en la consultoría, por primera vez hay mucho más que un vínculo con un cliente, sino que es parte de un proyecto. Incluso, después de Javier Milei, es el más convencido del gobierno libertario.

Caputo, que no es Luis, es mileísta desde antes de saber de la existencia de Javier Milei. En él encontró el outsider del que hablaba años atrás cuando clamaba por un representante de la antipolítica y el fastidio en la sociedad. La cuarentena por el coronavirus recién arrancaba y el asesor inmediatamente captó el descontento de los jóvenes. Lo hablaba, entre otros, con Ramiro Marra. Juntos sintetizaron este hartazgo con la palabra “casta” que tiempo después convirtió a Javier Milei en el canalizador de los enojos.

El primero en reunirse con Milei fue el legislador porteño. A través de zoom en plena pandemia comenzaron a hablar de cómo representar a una sociedad cansada. Milei ya quería lanzarse a la política y en septiembre de 2020 había anunciado a través de las redes de José Luis Espert que el 2021 lo tenía de protagonista. El economista tuvo un discurso encendido contra la política pero aún no mencionaba la palabra “casta” que meses después se la propusieron Marra y Caputo. Hay quienes cuentan que el otro acierto de Milei como lo fue la propuesta de dolarización también surgió de este tándem.

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El tiempo pasó y Caputo se convirtió en mucho más que un asesor en comunicación. Convencido de las ideas liberales muchas veces es aún más agitador que el propio Milei. Sus ideas pueden definir el rumbo del Gobierno y, por eso, pasó a ser un actor político central. Tanto que su figura apareció en las conversaciones con los aliados. En esta segunda etapa, el ala dialoguista del Gobierno pidió dos cosas para poder mantener las negociaciones vivas: que el Presidente no ataque con nombre y apellido a quienes pueden conseguir votos y que las voces radicalizadas no interfieran las negociaciones. 

“A nuestros clientes, que son los que nos pagan, tratémoslos bien”, le aconsejó Jaime Duran Barba cuando Mauricio Macri era presidente y el joven Caputo trabajaba para la consultora del ecuatoriano. Esta advertencia llegó porque, desde la Casa Rosada, levantaron el teléfono y le dijeron al asesor del entonces presidente que sabían que de boca de su empleado salían todo tipo de insultos hacia la gestión, sobre todo contra el entonces jefe de Gabinete, Marcos Peña. El ahora hombre de máxima confianza presidencial llegó incluso a dejar escritos en distintos mails los improperios cuando la gestión no iba a fondo como él hubiese ido. “Qué querés, si son unos comunistas hijos de puta”, respondió Caputo al consejo de Duran Barba. 

Se siente parte, no esquiva las cámaras apostadas en la Rosada y no reniega de los elogios a su look y de que lo mencionen como un “Peaky Blinder” aunque repite que no debería hablarse de él. “The only way to guarantee peace is by making the prospect of war seem hopeless” es una de sus frases de cabecera que lanzó Tommy Shelby, protagonista de esta serie. Caputo sabe crear escenarios catastróficos que hacen que la crisis actual sea comprendida por parte de la población que la sufre. Por ahora, su relato funciona.