“Daniel, cortate sólo que sos presidente”, le grita un veraneante de Pinamar al gobernador bonaerense. Scioli saluda y sigue caminando.
En la recorrida por el centro frenará para sacarse fotos, escuchará la propuesta de ir en una fórmula con Mauricio Macri y se cruzará con una vecina de Río Hondo que le recuerda la anécdota que alguna vez contó: sus padres lo concibieron en su ciudad.
Scioli demuestra conocer el poder de la fotografía. Segundos después de que el empresario de la carne Ricardo Bruzzese se acerca a saludarlo, llama al fotógrafo y le pide que los fotografíe juntos para enviarle la imagen a su competidor, Alberto Samid, con quien comparte tardes completas en su casa de Villa La Ñata.
Después de la caminata, el gobernador bonaerense recibe a PERFIL en la casa de sus suegros de Pinamar, en donde ya tienen listas “las mejores pizzas del mundo”, hechas por su suegra, Isabel.
—¿Cuando era chico qué quería ser?
—No lo tenía muy claro. Siempre me formé con exigencia, buscando la autosuperación .Siempre tuve una exigencia muy fuerte conmigo mismo.
En cada respuesta sobre su vida, Scioli parece obligado a dar muestras de éxito. Si se refiere a su paso como estudiante del Colegio Pellegrini, acota que fue “uno de los mejores alumnos”; si recuerda su carrera deportiva, dice que alcanzó “lo máximo” y que ahora va “por el campeonato del mundo del Futsal”; si alude a su trayectoria como empresario, afirma que logró que “Electrolux vuelva a la Argentina”.
Evita definiciones políticas como estrategia. Pero permanentemente juega a comparar los logros deportivos con los políticos, como un mensaje encubierto.
—¿Cuándo planea pelear el campeonato del mundo?
—El año que viene quiero ascender de Primera B a Primera A y en 2015 voy a ser campeón del mundo.
—¿Se conforma con ser campeón del mundo o quiere también ser presidente en 2015?
—Estamos en verano, tranquilos. El año pasado quedó muy clara mi voluntad. En cada cosa que yo encaro, busco exigirme. Pero no hay que creérsela, cuanta más responsabilidad y más logros, más humildad hay que tener.
—El 2012 fue un año muy duro ¿nunca se le fue un poco el optimismo?
—Tengo una sensibilidad especial de ver antes las cosas, de saber qué va a pasar. Yo siento que me he ganado el respeto de mis colaboradores de equipo no por ser gobernador, sino porque veo más allá, me anticipo a los problemas.
—¿Se imagina fuera de la política?
—Nunca hice sedentarismo en mi vida. Trabajo desde los 15 años, me cuesta irme de vacaciones, me gusta el laburo. Esto es una carrera que depende de la voluntad de la gente, tu voluntad tiene que ser acompañada. Cristina me dijo que Néstor destacaba de mí la voluntad que tenía.
—¿Lo sorprendió ver a Máximo Kirchner en la película de Néstor?
—Me pareció interesante la frescura y espontaneidad con la que contó cada una de las anécdotas. Yo lo respeto mucho, más allá de ser el hijo de la Presidenta y de mi compañero, sino también por tener la voluntad de ayudar a su madre y cuidarla, eso merece el mayor de mis respetos.
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