La tranquilidad de la zona ribereña pierde su esencia en algunas manzanas apoderadas por luces, brillos y sonidos en la escondida Villa La Ñata. Allí es donde Daniel Scioli alza su imperio y en donde consigue aglutinar una combinación de distintos personajes que sólo él parece capaz de reunir.
El empresario Eduardo Eurnekian se mezcla con vecinos de Tigre que hacen fila para comprar una hamburguesa de MacRey, la cadena de comidas de Alberto Samid con precios populares. La mujer del dúo Pimpinela, Lucía Galán, se pasea en el mismo espacio que el economista Miguel Bein, mientras que un Scioli tapado de sudor besa en la boca a su mujer, Karina Rabolini.
En este suelo al que el gobernador bonaerense llegó en 2007 es donde se cumple uno de sus principales lemas: el de la unión. El ex motonauta consiguió el último viernes 10 de abril aglutinar en una pelea de box al conductor de la primera mañana de Radio Mitre, Marcelo Longobardi y a Matías Garfunkel, dueño de los medios que crecieron con el kirchnerismo.
Villa La Ñata Sporting Club nació en un terreno fronterizo a la casa en la que se mudó Scioli para poder cumplir con el requisito de habitar en la provincia de Buenos Aires y alzarse como gobernador. En 2012, desde la cancha al aire libre, Scioli le demostraba al kirchnerismo que podía fotografiarse con un recientemente declarado enemigo, Hugo Moyano. Lo hacía detrás de un palco de cera con las figuras en tamaño real de Juan Domingo Perón, Evita y Raúl Alfonsín. Más tarde, ya con el ingreso del club a la competencia de Futsal, llegó la cancha techada y el ring de boxeo. Las estatuas de cera se multiplicaron: ya conviven allí los cantantes Julio Iglesias y Cacho Castaña con futbolistas como Lionel Messi, apostado en la tribuna naranja.
Los afiches de “Scioli para la victoria” que el candidato presidencial lanzó para realzar su lealtad al kirchnerismo están cuidadosamente colgados sobre las paredes del club. También se bordó el eslogan en el pantalón con el que el boxeador Víctor “El Tyson del Abasto” Ramírez se consagró campeón mundial rodeado de una tribuna completamente naranja.
Cuando el fútbol y el box se terminan, Scioli cruza la calle de tierra y se sumerge en el quincho de su casa, sobre el río Luján. Todos estos personajes están invitados a este mismo espacio que pocas veces reserva para los políticos.
Allí la política es dejada de lado por las anécdotas que tienen más que ver con el espectáculo.
El doctor Alfredo Cahe es uno de los que siempre está en la lista de invitados. También está anotada Nacha Guevara y ahora, el automovilista Marcos Di Palma, también ya se pasea como habitué.