POLITICA
El futuro del vice

Senadores oficialistas presionan para que Boudou tome licencia

Incomoda a los que tienen aspiraciones electorales. A sus compañeros del Senado se suman los presidenciables, como Randazzo.

Brasilia. Sonriente, con el vice de los Estados Unidos, y con Dilma Rousseff, en la asunción de la mandataria brasileña.
| Telam

Amado Boudou pasa sus días aislado. No le suena el teléfono, nadie lo invita a un acto, y mucho menos a sacarse una foto. Lo mantienen aislado sus compañeros del bloque kirchnerista, que ya lo consideran un escollo. Los pedidos de licencia que reitera la oposición en cada sesión y el avance de las causas judiciales en su contra son considerados un lastre por aquellos senadores que tienen ambiciones políticas, como el jefe de la bancada, Miguel Pichetto, que aspira a la gobernación de Río Negro.

También por los presidenciables del oficialismo, que no tienen ganas de andar explicando qué tiene que hacer Boudou cada vez que les hacen un reportaje. Tiene un enemigo de peso dentro del gabinete que es Florencio Randazzo, aliado del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, que quiere empujar a Boudou hacia el abismo.

La presidenta Cristina Kirchner dio algunos gestos de respaldo a su vice, pero dicen en su entorno que lo hizo más para redoblar la apuesta contra la Justicia que otra cosa. Lo colocó a su lado en el Día de la Democracia y lo envió a la asunción de la brasileña Dilma Rousseff hace tres  días. También es una estrategia para desviar la atención a la Cámara alta, y que los problemas los enfrente Boudou y no la jefa de Estado.

“Es cierto que hay presión del bloque para que Amado dé un gesto por sí solo, y también de los presidenciables”, reconocieron en su entorno. Gente vinculada al tercero en la línea sucesoria, Gerardo Zamora, advirtieron que al vice le queda poco tiempo, pero en el entorno de Boudou dicen que eso es una expresión de deseos del santiagueño.

Este año, Boudou podría enfrentar un juicio oral por la falsificación de papeles para la radicación de un auto. Se espera, además, que la Cámara Federal confirme el procesamiento del vice en el caso Ciccone y que el juez Ariel Lijo se expida en la causa por enriquecimiento ilícito.

Los presidenciables, cuando les preguntan, dicen que es una decisión de Boudou apartarse del cargo o no hacerlo. Otros, que es una determinación de la Presidenta. La defensa ya es tibia tirando a fría. La imagen de un vicepresidente sentado en el banquillo de los acusados en un juicio oral, por más que se trate de una “falta menor” –como la definió el ex juez Eugenio Zaffaroni en una entrevista con Página/12–, es de impacto para el oficialismo. ¿Podrá resistirlo Boudou? ¿Y el Gobierno?

Cada vez que puede, Boudou pide al jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, que haya una defensa más enfática. Capitanich lo ha respaldado en alguna conferencia de prensa y es uno de los pocos contactos que le quedan con la Casa Rosada. Puede que Cristina Kirchner decida sostenerlo hasta el final, o puede –como pretenden los presidenciables– que se tome licencia motu proprio, aliviando la carga que les produce.

Hace dos meses, Boudou se separó de Agustina Kämpfer, se mudó de departamento dentro del complejo Madero Center y ya perdió algunos privilegios. La duda de su entorno es si la jefa de Estado lo entregará en pleno año electoral.